Nunca aceptes que estás derrotado y que no hay nada que hacer, que tu vida es un fracaso y que mejor morir. Nunca aceptes que eres un ser marginado, destinado a perecer como una hoja que ayer nació y hoy tendrá que morir. Alto, nunca te desprecies ni odies a la humanidad, echando la culpa a todos de tu anímica situación.
Encárate, enfréntate a ti y di: " no voy a seguir creyéndome que soy una simple víctima del mundo, nunca más cultivaré la auto lástima y jamás me quejaré de mi pobre situación, sino que me levantaré y pelearé como un león furioso sacando fuerzas ocultas en mi interior, que yo sé que puedo, porque El me hizo a su imagen y semejanza, y que yo participo de su poder, del poder de Dios". Así es.
Cuando te pregunten cómo estás, no digas que estás cansado, dolido, angustiado, rabioso, salvo en ocasiones muy puntuales cuando amerite hablar con alguien y contar tus penas. Más bien di: " estoy cada día mejor y mejor, luchando, perseverando, creciendo". Que normalmente digas que vas hacia delante, que sigues en la batalla, que hay mucho que hacer, que aunque las cosas materiales no sean las mejores, tu alma sigue floreciendo, como un jardín de variedades de plantas y flores, que complace a Dios con el desarrollo de virtudes como la fe, la esperanza, la caridad, la paciencia, la perseverancia, la humildad, la valentía. Tu lenguaje influye en tu pensamiento y viceversa. Cuida lo que dices y cómo lo dices, porque esto repercute en tu alma. No estés muy cerca de pesimistas y derrotistas, y si debes convivir con ellos, mantén una distancia emocional de sus actitudes y comportamientos. No dejes que su energía negativa te contamine. ¡Nunca!.
Y te repito, por la mañanas no amanezcas escuchando de golpe noticias de muertes, accidentes, quiebras económicas, polémicas entre políticos, sino rezando, cantando al Señor, con música cristiana o instrumental, leyendo algún pasaje bíblico o repitiendo frases espirituales que te animen a luchar durante el día. Así empieza la mañana y si puedes añadir algún ejercicio físico mejor. Y luego, eso sí, pasado un tiempo donde preparas tu mente y corazón para el día, infórmate de cómo va el mundo y nuestro país por los medios de comunicación, pero ya lo harás con una actitud diferente, viendo todo, aún lo peor, con la certeza plena de que el Señor, el Dios la vida, nunca se dejará vencer y que con Cristo, "somos más que vencedores". Insisto entonces que debes adquirir una actitud y comportamiento de vencedor, humilde pero valiente, sencillo pero decidido, pacífico pero audaz y emprendedor, una persona que no se rendirá nunca, sabiendo que con Dios somos y seremos invencibles. Amén.