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Dios quería juntarlos

Hermano Pablo | Reverendo

«Fue a la vuelta de la esquina de aquella calle, que ni él ni ella habían recorrido nunca con frecuencia en pasados tiempos; menos aún en los últimos años.... Se encontraron de pronto frente a frente, y se vieron y se detuvieron, a la par, de golpe; y se miraron.... Se vieron sonriéndose el uno al otro con una sonrisa que se dilataba y demoraba sin que ellos lo pensaran.

-¡María!...

-¡Joaquín!...

Y se miraron un momento -un siglo- tal como no creyeron nunca verse. Eso ha hecho el tiempo con nosotros. El paño amarillento de sol, de mal dormir, de mal comer, y de los amaneceres sin esperanza, tuyo, María. El rostro como empequeñecido y con tajos en las mejillas, tuyo, Joaquín. Unos tajos que estuvieron siempre ahí como golpes de gubia, pero que ahora lo parecían de veras. Las ropas raídas y las uñas gastadas de animal que escarba para comer, de ella. Los hombros encorvados, las arrugas plisándole, aviejándole, los párpados, en las comisuras, de él....

Luego vendrían las preguntas, y la imagen presente se iría diluyendo en una creciente lejanía, de días desperdiciados....

-¿Te casaste?

-No; ¿y tú?

-Tampoco.

Pausa.

-¿Trabajas?

-Sí... Soy sereno en los sótanos de un almacén. Entro a las diez de la noche; a las seis de la mañana dejo mi turno. Recién apagué mi farol. ¿Y tú?

-Trabajo por horas en varias casas. No me falta trabajo, no creas. Y me tratan bien siempre. Casi siempre....

-¿Dónde vas?...

-Al mercado. Me desvié un poco de mi camino, esta mañana. Me cansé de ir siempre por el mismo. Se me ocurrió cambiar, hoy; Y ya ves. Dios quería juntarnos.

-Sí. Dios seguramente.

-¡Tengo tantas cosas de que hablarte!

-Y yo. Ahora iba a la pensión a desayunar y dormir; pero puedo dejar de ir. Hablar. Hablar contigo. Hablarnos.

-Pero yo no puedo. Voy al mercado. Tengo que volver a la casa pronto -con pánico-. No puedo tardar. Tengo que estar a punto en la cocina....

-Nos vemos luego, entonces.

-¿Dónde?...

-Donde tú digas.

-La plaza aquella, ¿ves? Seis cuadras de aquí. Llevo a los niños a pasear por la tarde. Entonces sí, tengo tiempo. Tendremos tiempo.

-Estaré allí.

Pero no se movían....

Fue ella quien tuvo que romper el encanto:

-Hasta luego.




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