Una de las frutas más refrescantes que existe desde hace mucho tiempo es la sandía, debido a que está compuesta en su 93% de agua, por esta razón es considerada la fruta del verano.
Sus propiedades refrescantes hacen de ella un producto ideal para el calor. Además, tiene vitaminas y antioxidantes, es nutritiva y su aporte calórico es mínimo, por lo que se le considera un aliado importante en las dietas de adelgazamiento.
Por su forma y su color, para algunas personas, les es difícil saber si una sandía está madura, pero la forma más sencilla de diferenciarla es prestando atención al color de la cáscara.
Una mancha blanca o verdosa indica que se recogió antes de tiempo y resultará insípida, pues la sandía es un fruto no climatérico, motivo por el cual para que sea de buena calidad ha de recolectarse cuando está totalmente madura. El truco para elegir una sandía madura es que al darle golpes con los dedos o las palmas de las manos ésta suene "hueca". Su superficie no ha de presentar cicatrices, quemaduras de sol, abrasiones, áreas sucias, magulladuras u otros defectos. Si se adquiere una sandía en trozos, conviene asegurarse de que la carne es firme y jugosa.
La sandía es una fruta que se conserva en perfecto estado durante dos semanas, si se mantiene a unos 15°C, y hasta tres semanas a 7-10°C. Debido a que es muy sensible al frío, no debe mantenerse a temperaturas inferiores a 7-10ºC. Su gruesa corteza le permite aguantar en buenas condiciones durante bastantes días a temperatura ambiental.
BENEFICIOS PARA LA SALUD: BAJA EN CALORIAS
Aunque tiene gusto dulce, la sandía contiene un bajo porcentaje de hidratos de carbono en forma de azúcares. Por lo tanto, es de escaso valor energético y calórico.
Esta fruta combate la sed en los días de fuerte calor, quita el mal gusto de la boca y ayuda a eliminar las mucosidades.