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Sin embargo, soy un borrachín

Redacción | Crítica en Línea

Parece mentira, pero al llegar los carnavales muchos panameños se olvidan de pagar deudas, hacer el súper de la quincena o comprar los útiles escolares de sus hijos, solamente para tener dinero y tomarse cantidades industriales de cerveza y ron durante 4 días consecutivos.

Durante estas fiestas, además de sus deudas rutinarias, adquieren nuevas con tal de estar holgados y tener dinero para más guaro, pensando siempre en cuando se haya terminado el "cargamento" comprado con anterioridad, pues para el panameño, nunca hay suficiente cerveza para tomar en carnavales.

Si no tienen plata recurren a las tarjetas de crédito o empeñan hasta el alma, para tratar de conseguir dinero para el festejo.

Ya pasada la goma y el jolgorio de las fiestas del dios Momo, retornan a la realidad y se dan cuenta de la gran "metida de pata" que han hecho al olvidarse de sus obligaciones por ir a un lejano pueblo en el interior del país a "chuparse" todo su dinero.

Entonces uno escucha las clásicas lamentaciones de "no lo vuelvo a hacer", "voy a ahorrar para el próximo año" y "préstame 30 dólares para pasar la quincena".

Lamentablemente, muchas personas no aprenden y se tropiezan con la misma roca todos los años, sin escarmentar que primero son las obligaciones y luego las celebraciones.

Aunque nunca faltarán personas que cínicamente dirán: "Sarna con gusto no pica", así es la gente.

El panameño debe dejar ya la vaciladera de creerse siempre el "Pepito", ese personaje que nunca pierde una cuando en realidad en esta ocasión lo perdemos todo e, inclusive, hasta el matrimonio.

El guaro hace todo esto y más, pero aún así la gente sigue chupando como grandes dementes. Si queremos ser buenos ciudadanos lo mejor es que pensemos las cosas dos veces.

Hoy termina la farsa del carnaval y mañana usted verá a la fila de gente lamentándose de lo mucho que gasto. Luego cuando los bancos reclamen el pago de la tarjeta de crédito buscarán toda clase de justificaciones, para argumentar el no pago de sus obligaciones, pensando tal vez que el resto de la sociedad es tan boba, para no comprender que su comportamiento de gastos irresponsables es lo que lo mantiene en aprietos económicos.

Hay que gozar las fiestas, pero no hay que ser tan idiota de gastarse todo lo que uno tiene o quedar borracho en cualquier esquina, protagonizando toda clase de espectáculos deprimentes.




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