Un mar de gente inundó los alrededores del bus donde llegaban a la provincia de Chiriquí los peloteros juveniles que lograron por segundo año consecutivo, ser los reyes del beisbol nacional.
Como es costumbre, en Chiriquí fue donde se dio el cambio de transporte de los jugadores, para que subieran al carro que los transportaría y que todos vieran a los campeones.
Ya casi eran las 7:00 p.m. cuando los jugadores firmaban pelotas a los miles de aficionados, entre familiares, amigos, compañeros y demás chiricanos, que no esperaron hasta que llegaran hasta la capital chiricana y los recibieron un poco antes.
Pero esto solo era un abreboca para el ambiente que había en las casas de estos peloteros y en el estadio, Kenny Serracín.