Para estas alturas, es probable que la gran mayoría de las personas que van a carnavalear ya tiene todo planeado, calculado, trazado y revisado dos y tres veces para asegurarse de que hasta la última botella de licor va a caber en el auto.
De igual forma, ya habrán preparado el apartamento o casa donde dormirán en las noches (si es que van a dormir), habrán comprado y empacado la comida, la ropa, las colchonetas y -si caben- las medicinas.
Lo más seguro es que hoy cuando partan hacia el otro lado de cualquiera de los dos puentes, el auto vaya "taquiado" en culequeros.
Y en algunos de esos miles de automóviles dirigiéndose al interior, habrá inconscientes que se tomarán sus tragos durante el viaje, escondiendo las botellas ante la inminencia de un retén policial.
Tendrán la música a alto volúmen, gritarán, cantarán, harán relajo y se acabarán botellas de pinta y de licor fuerte. Incluso le brindarán a quien conduce. Si manejar sobrio rodeado con cinco borrachos es un verdadero reto, imaginemos qué posibilidades de llegar sano y salvo a los carnavales habrá si el chofer también bebe.
Cada carnaval es la misma historia. Los accidentes durante esta época están mayormente relacionados al consumo de alcohol. Muchos de estos accidentes son fatales, ya que en la borrachera los sentidos se aminoran, el ruido del radio no nos deja escuchar, y el relajo de los pasajeros no da espacio para la concentración. Cuando un auto de estos se da un cascarazo, es un cascarazo brutal.
No podemos esperar que la Autoridad del Tránsito o la Policía del Tránsito cuide a todo el mundo en las calles. La responsabilidad es de quienes tienen en sus manos el timón. De hecho, cuando la policía y los agentes de la ATTT hacen operativos, o detienen a alguien pasado de velocidad, se les critica. Pero este es un trabajo que aunque quita tiempo, causa molestias y hasta produce costosas multas, también salva vidas.
Otro año, otro carnaval; y otra petición más de Crítica a sus lectores que conduzcan responsablemente antes, durante y después del jolgorio.
Está de más volver a hablar sobre lo del conductor designado, y lo de no beber conduciendo, porque ya todo el mundo lo sabe. A estas alturas, quien comete estas irresponsabilidades al volante es porque quiere.
Así que tome nuestras advertencias en consideración. No vaya a ser que usted se convierta en la próxima portada de nuestro diario.