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Al dueño de varios amores

Hermano Pablo | Reverendo

"Si eres hombre de verdad
No temas en declarar
Con quién te vas a quedar
Con toda puntualidad
En esta conformidad
Concluyo así mi querella,
Que quiero saber mi estrella
Que con franqueza te digo:
Que o te quedas tú conmigo,
O te quedas tú con ella".

En estas décimas dedicadas "Al dueño de varios amores", Juan Antonio Álix, considerado el mejor representante de la décima dominicana, representa fielmente así mismo a la mujer dominicana que, a su vez, representa la causa de la mujer panamericana. Al igual que luchó como soldado en pro de la independencia dominicana, Álix aquí lucha como poeta en pro de la emancipación femenina.

Poniéndose en el lugar de la mujer traicionada, Álix apela a la hombría del género masculino, exhortando al hombre infiel a que se decida por una sola mujer. "Si eres hombre de verdad -le dice-, no temas en declarar con quién te vas a quedar."

En el libro del profeta Oseas, Dios se encuentra en la misma situación insoportable que la mujer de estas décimas de Álix. "Ya no hay entre mi pueblo fidelidad ni amor", juzga el Señor de Israel. Así que, para enseñarle una lección a ese pueblo infiel, Dios le manda a Oseas que se case con una prostituta, sabiendo de antemano que ella lo va a traicionar. Luego de que la esposa le es infiel, Dios le dice al pobre profeta: "Ve y ama a esa mujer adúltera, que es amante de otro. Ámala como ama el Señor a los israelitas, aunque se hayan vuelto a dioses ajenos".

A la postre, el amoroso Dios de Israel está dispuesto a perdonar a su pueblo después de pedirle cuentas de su conducta. De ahí que Oseas exhorte a Israel a que se vuelva al Señor su Dios con este ruego: "Perdónanos nuestra perversidad, y recíbenos con benevolencia".

Así como el pueblo de Israel, todos los que hayamos tratado con doblez a Dios debemos ahora volvernos a Él y pedirle perdón, con la confianza de que nos perdonará igualmente a nosotros. Pues así como la mujer en las décimas de Álix, Dios, como juez de nuestra conciencia, merece saber nuestra sentencia. Hablémosle con claridad. Digámosle que nos quedamos con Él y no con los dioses ajenos de este mundo.



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