Todo parece indicar que ni los socialistas, los comunistas y menos los capitalistas estamos vacunados contra el virus de la opulencia, producto de un "consumismo voraz", catalogado así por el psicólogo británico, Oliver James.
En una información difundida por la Agencia de Prensa Reuters, desde Londres, el psicólogo inglés, a quien además se le cataloga como un "super vendedor", afirma que "nos hemos convertido en adictos del tener, en lugar del ser y confundimos nuestras necesidades con nuestros deseos".
Después de un viaje por países de América, Europa y Asia, tras entrevistar a más de 240 personas, el psicólogo escribió un libro titulado "Affluenza" ("Opulencia", en español), en donde afirma que "el capitalismo egoísta ha enloquecido…una epidemia de consumismo descontrolado está barriendo el mundo con un compulsiva búsqueda de dinero y posesiones que hace a la gente más rica, pero más triste".
En la entrevista que nos presenta Reuters, bastante extensa, Oliver James se nos presenta como un individuo frustrado, pero hace excepciones en cuanto a la nacionalidad de algunos de sus entrevistados.
Manifiesta su admiración por los chinos y los soviéticos, un poco alejados de ese consumismo y a renglón seguido manifestar que : "creo que ya comenzó el retroceso (del consumismo). La gente está harta, ya no quiere más capitalismo egoísta".
Quizás la entrevista tiene el objetivo de promover las ventas del libro, pero sin lugar a dudas el entrevistado nos envía mensajes dignos de analizar.
Señala por ejemplo: "casas más grandes, más coches, televisiones mejores, rostros más jóvenes (las chichas, como decía un político en estos días) son los objetivos que persiguen frenéticamente los adictos de clase media afectados por la opulencia". Y que caen en las garras de la corrupción, agregamos nosotros.
Pero un panorama más sombrío nos presenta el portugués, escritor y Premio Nobel de Literatura José Saramago, en una entrevista que le hicieron durante la presentación de su último libro "Las pequeñas memorias".
Como el libro narra su niñez en "un pueblo que ha hecho de mi la persona que soy, callado, más bien melancólico", una periodista española le preguntó si ahora, a los 84 años, su estado de ánimo era más optimista, respondió: "estamos todos hundidos en la mierda del mundo y no se puede ser optimista. El que es optimista, o es estúpido, o insensible, o millonario".
¿Otro mundo es posible?, fue la pregunta siguiente. La respuesta: "pero, ¿cómo?.¿ Está el FMI (Fondo Monetario Internacional) dispuesto a cambiar de política? ¿Las multinacionales van a interesarse un poquito por nuestra sociedad?"
Terminó diciendo: "Hay basura en las calles, basura en la pantalla de televisión, basura en las mentes".
Son realidades que nos presentan estos dos hombres y que nos hacen ver el mundo con cierto grado de pesimismo, pero, ¿es verdad que no podemos cambiar y hacer un mundo mejor?