El gobierno tiene la política del bombero. Surge una crisis y la apaga de manera momentánea hasta que surja una nueva.
Ha sucedido varias veces frente a las amenazas de la dirigencia del transporte público de paralizar el servicio, si no se accede a otorgar el subsidio al combustible.
Igual situación se produjo conforme iban aumentando las protestas por el alza de la tarifa de la energía eléctrica.
En el caso de los transportistas cada cuatro meses se aprueba conceder un subsidio de 25 centésimos al galón del diesel. En cuanto a la tarifa de electricidad, se pospuso la entrada en vigencia por 90 días.
Sin embargo, ese tipo de soluciones son paliativos y a la postre no resuelven nada, porque es como una historia que se repite en espiral.
Se deben buscar salidas permanentes. Desde hace meses se habla nuevas opciones para el transporte público de pasajeros, pero no se aterriza en los proyectos. De los buses articulados o el transmilenio se viene hablando desde hace cinco años y todavía no hay una definición.
Lo importante es que para el transporte de los panameños se busque una alternativa que mantenga la tarifa accesible y que los vehículos no se conviertan en chatarras al cabo de dos años, tal como han sucedido con los proyectos de la CUTSA, COOMETRAP y los recientemente financiados con fondos del Banco Nacional.
Respecto a la energía eléctrica, no hay mejor opción que incentivar la construcción de hidroeléctricas eficientes, para que los usuarios residenciales y comerciales puedan contar con un servicio barato.