Como todos los años, cerca de un centenar de artesanos panameños se dan cita en la Feria de La Chorrera, conscientes del gran movimiento comercial que se genera en este evento ferial, el cual les deja a todos los participantes muy buenos dividendos y las ganas de volver.
Romina Vásquez, es una indígena oriunda de San Blas, radicada en Chitré, nos comenta que el año pasado vino a la Feria de La Chorrera, y esta vez se preparó junto a sus hermanas, porque sabe que este tipo de artesanías es muy buscada por el público.
Ella considera que aunque las artesanías indígenas se venden, necesitan que el gobierno promueva un poco más sus productos, tanto a nivel nacional como en el extranjero, porque se trata de un producto que identifica a Panamá.
Otro artesano, que confía en la Feria de La Chorrera, es el chiricano Alexis Castillo, productor de sandalias de cuero, quien tiene cerca de 10 años de ir a este evento, y dice que siempre le va bien en esta feria, aunque cada año el material que utiliza está subiendo de precio.
Javier González, exhibe bellos jarrones, mariposas y especies animales bien logradas, que todos los años logra vender en la Feria de La Chorrera a precios muy cómodos.
En los ranchos de los artesanos panameños, no pueden faltar las artesanías típicas, como tembleques, polleras, ponchados, muñecas, arreglos florales y casitas en cáscaras de huevo, que son elaborados por las manos de la artesana chorrerana Julia de Vega.
Ella considera que aunque las artesanías panameñas no tienen nada que envidiarle a las foráneas, lastimosamente en este medio no se valora lo nuestro, aunque contradictoriamente, son los extranjeros los que más buscan estos artículos: “ayer vendí 2 juegos de basquiña que van para EE.UU.”
Uno de los productos que más se vende en esta feria, son las artesanías de consumo, como mafá gigante, cocadita y manjar blanco.