Hace 30 años un grupo de panameños fueron enviados al exilio por los militares. Eran los tiempos de la llamada dictadura con cariño. La democracia y la libertad de expresión y de prensa no existían.
No se permitían mayores manifestaciones. Para entonces se iniciaban movimientos contra los tratados canaleros y el gobierno de turno no aceptaba a buenas ganas ese tipo de acciones.
Grupos afines al gobierno asaltaron la sede de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresas y un grupo plural de empresarios y opositores fueron enviados al exilio hacia países de Centro y Sur América.
Esas son páginas oscuras de nuestras historias, que gracias a Dios hemos superado. El exilio -aun para los que tienen grandes ingresos es una acción atentatoria de los derechos humanos. Estar lejos de tu Patria, de tu familia y amigos es doloroso. Es como comenzar de cero en un territorio extraño.
Ojalá que actos como el que hoy se conmemora no se vuelvan a repetir jamás. La democracia es algo que debe permanente y los panameños debemos mantener una lucha continua para perfeccionarla.
Se deben respetar las opiniones de los adversarios, aunque no estén acordes con nuestras posiciones. Eso es la democracia: tolerancia, respeto a las ideas, libertad de expresión, respeto al resto de los ciudadanos.