Es común escuchar expresiones como: "Ese hombre sí es malo, aquel es el diablo en persona, no sé cómo vive..."
Muchísimas veces juzgamos por cualquier indicio y clasificamos a las personas como corruptas, degeneradas, etc. Es verdad que muchas personas caen en situaciones degradantes y anormales, pero todo ser humano es hecho a imagen y semejanza de Dios; por lo tanto, toda persona es potencialmente buena, con cualidades positivas. Y toda persona puede cambiar y renovar su existencia.
Todo hombre es libre y la libertad es la facultad que tenemos los seres humanos de elegir entre el bien o el mal. Una persona puede caer en cosas malas por el ambiente, por situaciones de pecado que lo condicionan y conducen a hacer cosas indebidas. Debemos, entonces, ver sus circunstancias, sus condicionamientos y comprenderlos.
Muchas veces las personas se vuelven terribles por traumas no solucionados, conflictos no resueltos, etc. Hay quienes cometen cosas atroces y cuando conocemos su vida pasada nos encontramos con heridas, con una mala formación moral o ignorancia acerca de los principios morales. El caer constantemente en pecado conduce a habituarse al pecado y a cometer más pecados; es el poder de las tinieblas actuando. ¡El poder de las tinieblas es algo real!.
¿Qué consecuencias pueden haber cuando nos decidimos por el mal? El mal personal condiciona el ambiente donde uno vive, porque se da el mal ejemplo. Lo que se produce en la persona en cuanto a la maldad, tiene consecuencias dolorosas; por ejemplo: abandonar a los hijos: borracheras, degeneración sexual. El mal engendra el mal y sus repercusiones a nivel social y ambiental va en aumento; por eso, hay que detenerlo de inmediato. En la medida en que el mal se va apoderando de una persona, ésta se va desfigurando a nivel espiritual; va perdiendo esa imagen y semejanza de Dios. Y lo peor es que con el tiempo cree que vivir de esa manera es lo normal: se va perdiendo la conciencia del pecado. El ambiente, la mentalidad reinante se va llenando de antivalores, de actitudes negativas. Resulta que todos somos el efecto de nuestro entorno y tenemos algo de verdugos y de víctimas.