domingo 15 de enero de 2006

 

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¡Silencio! ha muerto la cumbia

Eric Montenegro y Yodalis Bethancourt | Crítica en Línea

¡Silencio! La cumbia chorrerana ha muerto. Fue un deceso espantoso. Los restos de "Ñato Califa" y miembros de su conjunto, quedaron antenoche atrapados en un Ford Vans con placa 189807. Luego los vecinos de Lomas de Las Minas sacaron los cadáveres y los colocaron uno al lado del otro, a orillas del río Trinidad. Como gesto humanitario, los cubrieron con papeles y manteles plásticos color blanco.

Allí se apreciaba a "Califa" con una camisa entre verde y turquesa y un pantalón color oscuro. Junto a su cadáver estaba el compañero de toda su vida: su acordeón, un parlante, un pujador y un pequeño amplificador dentro de una caja negra.

El folklorista y máximo exponente de la cumbia chorrerana Carlos Felipe Isaac "Ñato Califa", iba a una presentación en el Décimo Encuentro de La Naranja, en el corregimiento de El Cacao. Lo que sería una fiesta se convirtió en tragedia.

Una de las composiciones del "Ñato Califica" recoge lo que sufre hoy La Chorrera con la desaparición del folclorista. "Ay señores, qué será de nuestra cumbia, lloraremos día y noche con tristeza y amargura, llorar, llorar mientras se pueda llorar nuestra cumbia chorrerana". Siempre que la cantaba, sus ojos se llenaban de lágrimas.

"El Ñato", quien rondaba los 83 años, había dicho muchas veces que seguiría tocando el acordeón hasta que Dios quisiera. Bueno, el Señor se lo llevó un viernes 13.

Pareciera que el destino era que "Ñato Califa" muriera en Capira. El 24 de julio de 2004 casi pierde la vida, cuando se incendió el vehículo del conjunto mientras iban a una presentación para las fiestas de la Virgen del Carmen, en el sector de Monte Oscuro, en el citado distrito.

Ese accidente originó una colecta del pueblo que le permitió comprar el vans, donde se encontró con la muerte. Aparentemente el auto perdió los frenos en una loma y se fue hacia una quebrada, provocando la muerte de 11 de sus 14 ocupantes.

La carretera hacia la comunidad de Cacao, está compuesta de rectas, lomas, y descensos con curvas que obligan al conductor a manejar con sumo cuidado, especialmente durante la noche.

El compromiso de Ñato Califa era aproximadamente a las 10: 00 p.m.; con él viajaba su cantalante de siempre, Lucía "Chia" Ureña, quien apenas el fin de semana pasado había retornado a cantar, luego del duelo por la muerte de uno de sus hijos y el retiro por enfermedad.

El sitio del accidente, es un descenso a través de una curva para atravesar un vado sobre el Río Trinidad. En este punto el conductor del vehículo se salió de la carretera e impactó de frente en la ribera del río, en donde quedó varado.

Antes de la tragedia, según se confirmó, Califa se había comunicado con los organizadores de la feria, indicándoles que tenía problemas con la camioneta y solicitaba lo pasaran a recoger en el sector de La Valdeza, aunque luego optaron por seguir el camino.

Según los pobladores, un médico que bajaba del Centro de Salud de El Cacao en ese momento, fue quien utilizando una linterna de mano, detectó a los tres sobrevivientes del accidente y pidió el traslado en vehículos particulares hacia el Hospital Nicolás Solano, de La Chorrera.

La Chorrera está de duelo. El accidente del viernes sólo lo comparan con la caída del autobús No. 20 que en 1971 cayó del Puente de las Américas y causó la muerte de 30 personas.

"Se murió la cumbia chorrerana", decía una mujer en medio del llanto en las afueras del cuarto de urgencia del Hospital Nicolás Solano, donde decenas de personas se agruparon, porque no podían creer la noticia que corrió como pólvora por todo el distrito.

Y es que "Ñato Califa" era para los residentes de ese distrito, tan de ellos, como lo es el bollo preña'o o el chicheme chorrerano.

El pueblo esperó hasta la una de la madrugada, cuando un pick up que hace las veces de carro fúnebre, trasladara hasta la morgue los restos de los integrantes del conjunto.

En cada camilla reposaban dos cadáveres, porque la morgue sólo tiene capacidad para seis cuerpos.

Jovani Hernández, hijo de la cantalante "Chía" Ureña, dijo que le duele mucho perder a su madre, pero también le afecta la muerte de la cumbia chorrerana.

El conjunto estaba integrado por: Lucía Chía Ureña (cantalante), Ramiro Sánchez (cantante), Carlos Isaacs, hijo, (acordeonista y compositor), Mauricio Lasso (maracas), Luis Badillo (maracas), Miguel Aguirre (güiro), Edwin Flores (caja y tambor) y Jovani Hernández (caja, tambor y canto). Sólo tres miembros del grupo se salvaron: dos porque no pudieron viajar y Edwin Flores, quien resultó herido en el accidente.

En su mayoría los músicos tenían otros trabajos, pero su devoción por la cumbia los hacía viajar a lugares recónditos como Darién y otros pueblos del interior.

"Siempre se nos pagaba algo, de acuerdo a lo que se recogía en la cumbia. La suma por lo general rondaba los B/. 250 y Califa repartía el dinero.

Carlos Felipe Isaacs, "El Ñato Califa" vivió sus últimos días preocupado por la posible desaparición de la cumbia chorrerana. Quince días antes de su muerte le comentó a un amigo: creo que la cumbia se va a acabar.

El lógico heredero de la música de Califa era su hijo Carlos, quien también murió en el accidente.

Como un último homenaje a Califa, Chía y los otros desaparecidos, un grupo de acordeonistas planean despedirlos con lo que más ellos amaban: su cumbia chorrerana.

 

 

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