Los Metrillos son algo así como los gladiadores de fuerzas interminables, capaces de levantarse del más severo castigo recibido. Son una especie moderna de Rocky, ese "semental blanco" que protagonizó una serie de combates y que siempre se levantaba para ganar.
Metro saca fuerza de donde no tiene, como diría el narrador Abrahan Malof, un "duro de matar". Hoy, la tropa metropolitana amanece tendida en una cama de clavos y deberá caminar en un sendero de espinas, sin zapatos y con los ojos vendados.
Hoy debe empezar un nuevo camino, un nuevo peregrinaje totalmente envuelto en la fe de sus jugadores y en la confianza que le pueda transmitir la camiseta de sus amores, la misma que han lucido ya 16 equipos campeones y siete de manera corrida.
No hablamos de cualquier equipo, hablamos del líder en campeonatos ganados, de la misma estirpe del triunfo que jamás se podrá borrar.
Si estuviera vivo, en su mensaje, el narrador por excelencia Charlie "Manicomio" Vásquez les gritaría con fuerzas en su micrófono: "Metro, levántate y gana", como Lázaro que revivió de los muertos.
Dónde ha quedado la clase de Rafael Fernández, ese zurdo de swing mágico, la velocidad de Roberto Kelly en el bosque central, la fuerza de un Allan "Bárbaro Dos" Navarro, la astucia casi de un zorro de Abdiel Cumberbatch, la inteligencia de José Murillo III, la voluntad de Ricardo Medina, el espíritu de Luis Garibaldo, la velocidad de Rodrigo Merón y el talento de Coqui Orozco.
¿A DONDE SE HA IDO?
Será que murió el encanto o cerraron la bóveda de la fantasía. Metro, el gran contendor, el gladiador de mil y una batalla, el titán del diamante, no ha muerto, de eso estoy seguro, pero su largo sueño me pone nervioso y me hace varias preguntas.
¿QUE HA PASADO?
No batean, el ridículo promedio al bate de .129 el peor de todos los equipos, por debajo de Darién, lo hacen ver como una pila de postes uniformados, capaces de ser devorados por cualquier lanzador.
¿ADONDE VAN SUS PASOS?
Una sombra cubre el camino de un equipo que viaja en un autobús sin luces. Con un conductor que se rasca la cabeza y rebusca en su maleta, si le ha faltado algo en esta preparación.
¿QUE HACER?
Metro debe de jugar su pelota sin presiones. Tiene que entender y mirarse en un espejo antes de salir al terreno y decir. (Casi psicológico). ¡Este es el equipo de Metro y hoy vamos a ganar!
El recorrido en distintos estadios ha sido pesado, pero no hay excusas, para no tener al menos dos triunfos en el bolsillo.
Una vez escribí con el corazón: ¡Metro, mi querido Metro!
Hoy, decimos con ese mismo arte del corazón que yace muerto:
¡Metro tú eres Metro, levántate y gana!
¡Viva, el béisbol!