En Panamá debemos tomar conciencia de que el siglo XXI es la era del conocimiento, por lo tanto la educación se convierte en un asunto clave para el futuro del país en particular, al materializarse la apertura económica, los ajustes estructurales y sobre todo el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, convenio que nos permitirá acceder a un mercado de 300 millones de consumidores.
Si no tomamos como estandartes de lucha a la educación, la ciencia y la tecnología nos será imposible encontrar el sendero por donde han transitado aquellos países pobres que han realizado el milagro económico mejorando sus recursos humanos.
En los últimos tiempos, la inversión es realizada en aquellos países con mano de obra calificada, en lugar de aquellos con abundancia de recursos naturales. Singapur, la República Checa e Irlanda, por citar solo algunos, transformaron sus políticas educativas desde el nivel primario, incentivaron las carreras técnicas y científicas y la juventud de esas naciones se matriculó en este sector del espectro académico por encima de las disciplinas sociales.
De nada nos servirá atraer inversión extranjera, si no estamos preparados para empleos especializados que serían muy bien remunerados. Estaríamos creando, como en efecto puede comprobarse, una clase media alta de extranjeros contratados por las empresas ya que satisfacen su necesidad de productividad y competitividad.
Hoy día, la República Checa tiene un 8.1 por ciento de estudiantes universitarios en carreras como matemáticas, estadísticas y ciencias. Por su parte, Inglaterra cuenta con un 6.4 por ciento, Francia un 5.5 y Alemania un 4.8 por ciento. En los países de Europa Oriental, de cada 4 estudiantes, tres se especializan en inglés.
Irlanda, con 3.5 millones de habitantes, católicos, soñadores y poetas vivían de las remesas de sus emigrantes en Estados Unidos, ha logrado con una propuesta educativa moderna la transformación del país, lo que le ha permitido alcanzar un ingreso per cápita más alto que Alemania e Inglaterra, siendo el segundo de Europa. El desempleo se ha reducido al 4 por ciento y la pobreza absoluta se ha ubicado en un 5 por ciento.
Singapur, por su parte, ha dirigido sus esfuerzos a la educación y declaró oficial el idioma inglés, con el propósito de atraer empresas tecnológicas. Su ingreso per cápita es igual que el de Gran Bretaña, de la cual fue colonia.
En el caso de Panamá, deberá llegarse a un acuerdo nacional que revalúe el concepto de autonomía universitaria, para comenzar desde allí esa revolución necesaria para incursionar en la modernidad. Además, debe establecerse un sistema de rendición de cuentas en el sector educativo que ha dado muestra de no ser efectivo.
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