Los tristes acontecimientos registrados en los últimos días con algunos deportistas internacionales, como por ejemplo, las repentinas muertes del futbolista del Sevilla, Antonio Puerta, y la del ecuatoriano Jairo André Nazareno, deben servir de elemento de juicio para que las autoridades y las dirigencias deportivas nacionales, se hagan eco del asunto y mediten sobre la urgente necesidad de buscar los mecanismos, crear las infraestructuras y nombrar el personal de salud idóneo que se encargue de velar porque nuestros atletas reciban la atención médica preventiva y por ende, adecuada.
Y es que si en países altamente desarrollados y futbolizados como España ocurren emergencias de esta índole con desenlaces fatales, imagínense el peligro al que se están exponiendo la mayoría de los deportistas nacionales que no cuentan con los recursos ni facilidades que se requieren para llevar un control seguido sobre su estado de salud.
No puede ser que se tenga que esperar a que se registren hechos trágicos como el de los citados futbolistas, para que las autoridades procedan entonces a tomar los correctivos necesarios o al menos las medidas preventivas que eviten tales decesos.
He aquí que entonces considere totalmente prudente y acertada, la decisión del técnico Alexandre Guimaraes, de solicitar en este caso a la Federación Panameña de Fútbol, que se nombre un médico de manera permanente para las distintas selecciones.
Por todos es sabido que el fútbol nacional ha logrado en los últimos años avances sumamente importantes y de los cuales hemos hecho mucho alarde. Y es precisamente por ello, que debemos tener claramente presente de que ese avance debe ir de la mano con todo.
No se puede pretender exigir únicamente a los deportistas resultados positivos que engrandezcan el país, sino de brindarle a ellos todas aquellas facilidades que les permitan desarrollarse y fortalecerse en todos los contextos de su vida.
Recordemos que en la mayoría de los casos, estos son chicos que vienen de abajo y que en su deseo de surgir se esfuerzan por lograr dar lo mejor; sin embargo, es muy importante que se tenga presente hasta dónde el organismo puede aguantar y si el mismo está en condiciones de ser exigido.
No olviden que "es mejor prevenir, que lamentar".