Recuerdo cuando estaba en la primaria escolar, los libros de Historia de entonces daban como "héroes" a los próceres de la Revolución Norteamericana, aquella gesta libertaria de 1775 a 1783 que produjo los Estados Unidos de América.
Nombres como George Washington, Thomas Jefferson y Benjamín Franklin resonaban como figuras de un movimiento que luchaba contra la opresión, la tiranía del monarca británico y el deseo de formar una nueva nación con los valores democráticos, eligiendo una forma política de vida fuera del ámbito europeo.
La proclamación de Independencia del 4 de julio de 1776 es un momento de la Historia que jamás la Humanidad debe olvidar. Y realmente, el verdadero significado de la misma debe ser recalcada a todos, sobre todo los estadounidenses.
En medio de la crisis global en la lucha contra el terrorismo internacional, algunos gobierno democráticos, entre ellos Estados Unidos, cometieron ciertos abusos que afectaron el significado de la defensa de la libertad y de los derechos humanos.
Puede entenderse que el 11 de septiembre de 2001, fecha vil, representó un retroceso en la promoción de las libertades en todo el mundo. El establecimiento del "Patriot Act" (Acta Patriota), a tres días del hecatombe en Nueva York y Washington, hizo transformar a Norteamérica de "víctimas a victimarios", cuando se comenzó a desconfiar en los ciudadanos mismos en ese país, de ser sospechosos de terrorismo o colaboradores de fuerzas "hostiles" al sistema capitalista estadounidense.
Las casi 3, 000 víctimas del 11 de septiembre casi han quedado olvidadas con los errores trágicos de la política exterior norteamericana, con la invasión a Irak en marzo de 2003, los abusos en Abu Ghraib a presos árabes y las atrocidades cometidas en Guantánamo.
�Eso querían Washington, Jefferson y Franklin cuando se independizaron las Trece Colonias del Imperio Británico? Por supuesto que no.
Hace pocos días atrás, la Corte Suprema de Justicia de EE.UU. criticó al mismo presidente George W. Bush, por los juicios militares en Guantánamo, contra supuestos "terroristas". Tal fallo es un paso adelante a rescatar la imagen de la principal potencia mundial, pues la justicia es igual para todos, incluso hasta nuestros peores enemigos merecen juicio justo, según las leyes internacionales.
Al pueblo de EE.UU., siempre los latinoamericanos lo veremos como hermanos y vecinos de bien. Todavía creemos en el "Sueño Americano", pese a los extremistas de derecha que no quieren a los latinos.
Es de admirar la fortaleza de Estados Unidos en la búsqueda de un mundo mejor, y eso debemos considerar cuando recordamos el 4 de julio.