TANTO PARA HOMBRES, COMO PARA MUJERES
Mutilación genital, un ritual de identidad difícil de erradicar

Kenia
EFE

La mutilación genital es un ritual de profunda identidad étnica, por lo que las múltiples campañas destinadas a erradicarlo no lo han logrado, especialmente en tribus como los Masai, para los que esa experiencia dolorosa es todavía símbolo de orgullo y diferenciación.

El pasado miércoles dos hermanos fueron sometidos a la tradicional ceremonia de mutilación genital en la localidad de Saikeri, cercana a Nairobi, donde aproximadamente doscientos invitados acudieron a presenciar el rito ancestral.

Aunque el Gobierno keniano, como la mayoría de los países africanos, pretende erradicar estas tradiciones cuyos orígenes datan de tiempos muy primitivos, numerosas tribus se oponen ya que es "esencial para la iniciación sexual" de sus jóvenes.

Tuaro Ene Parkire, madre de diez hijos, decidió organizar el ritual para su hijo Sharui, de 20 años, y para su hija Shene, de tan sólo diez.

"Generalmente la extirpación del clítoris se lleva a cabo en la pubertad, con la llegada de la primera regla", reconoció la madre que, sin embargo, confesó que la decisión de adelantarla para su hija obedeció a que este tipo de "ceremonias sociales" conlleva un elevado desembolso de dinero.

Por ello, Tuaro decidió unir ambas ceremonias de circuncisión e invitar a los vecinos de Saikeri para ser testigos de una de las tradiciones más importantes de su "estirpe".

Una cuchilla de afeitar fue el sencillo instrumento utilizado por uno de los más ancianos de la tribu para cortar la piel del prepucio del joven, que debía mostrar gran valor y nada de dolor, mientras que el clítoris de Shene fue "arrancado" con una tijeras, ambos sin anestesia, ni desinfectantes, ni atención médica alguna.

Después de ser afeitada su cabeza, el joven Sharui fue acostado en el suelo ante la mirada atenta de los invitados, muchos de ellos embriagados con cerveza de miel, y le fue cortada la piel de su órgano sexual, mientras su madre ocultaba la cara entre sus manos sollozando al temer por la vida de su hijo.

Sharui no derramó ni una lágrima, en cambio su hermana gritó de dolor cuando la "experta matrona" de la tribu, dentro de una choza y únicamente ante un grupo de mujeres, "purificó" a la inocente criatura para el resto de sus días.

El clítoris de la mujer es considerado un órgano de "impureza" entre numerosas tribus africanas, ya que ésta no tiene derecho a gozar sino a "servir" a su esposo, quien le dará la oportunidad de ser madre.

Después del sacrificio, el joven bebió sangre recién extraída del cuello de una vaca a la que le fue lanzada una fina flecha contra la yugular, que le hizo un pequeño orificio que más tarde fue cerrado con una mezcla de tierra caliza.

Los Masai, que además tienen la tradición de perforar sus orejas para introducir objetos decorativos, cada vez de mayor diámetro, con lo que agrandan el agujero hasta hacer colgar la piel de sus lóbulos más de medio metro, son una de las etnias más tradicionales y pintorescas de Kenia.

Organizaciones africanas contrarias a la mutilación de los órganos sexuales denuncian que cada día más de 6.000 niñas, como Shene, se ven sometidas a estos rituales.

La keniana Julie Maranya, dirigente de una de las organizaciones contraria a la mutilación genital femenina, dijo en una conferencia de "sensibilización nacional" celebrada en Nairobi que en el continente subsahariano más de 130 millones de mujeres han sufrido estas tradiciones milenarias, muy difíciles de erradicar de los pueblos de Africa.

 

 

 

 

 

 



 

El clítoris de la mujer es considerado un órgano de "impureza" entre numerosas tribus africanas, ya que ésta no tiene derecho a gozar sino a "servir" a su esposo, quien le dará la oportunidad de ser madre.

 

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