Domingo 9 de mayo de 1999

 








 

 


Pero... ¡Cuidado con los madereros!

Julio C. Caicedo M.
Crítica en Línea

Niños cantores de varias provincias con finos y diferentes sombreros escuchaban las indicaciones para un gallino picao.

El cogollo, Palmita, Atadero y Jipijapa son algunos de los nombres comunes que tiene la Carludovica palmata.

Los ingleses fueron muy acertados al ponerle nombre común a esta curiosa planta de nuestros bosques húmedos, la llaman: Panamá Hat Palm. Esta última aseveración es nuestra, ya que en realidad el nombre de Panamá Hat Palm, es el que más se acerca a lo que representa esta curiosa planta tropical muy abundante en Coclé, Bocas del Toro, Colón, Darién y Panamá.

El sombrero típico de Panamá, es la prenda de vestir más difundida a lo largo y ancho de nuestro Istmo.

Ninguna de las nueve provincias, puede reclamar la paternidad absoluta de los sombreros típicos, ya que desde Puerto Armuelles hasta Puerto de Obaldía ondulan en pueblos ciudades y campos.

La Pintada, en la Provincia de Coclé es la que tiene un poquito más de renombre, pero cuidado, que si sometemos a un escrutinio nacional, pierde las elecciones con el regimiento de Sangenga de Capira.

¿Cómo se obtienen las fibras para los sombreros? muy fácil, ya que las pencas de la palmita, semanas antes de abrirse como paraguas, tienen la forma de unas espadas verdes largas y compactas.

Estas espadas vegetales son hervidas con agua y alumbre por una hora. Una vez sancochados los cogollos se convierten en largas fibras que son colgados en hileras, tendidas al sol por tres días.

¿COMO SE HACEN LOS SOMBREROS?

Muy fácil, el artesano debe dominar las siguientes etapas

1. Tejer las trenzas

2. Preparar hilos e chonta, huntados en cerote o velas que servirán para unir las trenzas

3. Coser la plancha,

3. Coser la copa,

4. Coser el ala.

Para tejer las trenzas debe tomar catorce fibras, siete en cada mano, atar un cabo con ellas y comenzar a tejar como un trastornado, estableciendo un balance entre las siete fibras de paja, apretando fuertemente cada vez que se entretejan las catorce fibras, de manera que las trenzas queden bien tupidas, así hasta que se concluyan siete yardas de trenzas, extensión aproximada que se lleva un sombrero de catorce vueltas.

Para realizar la segunda etapa, una vez terminadas las trenzas el artesano debe coser la plancha o corona del sombrero con los jicos de chonta encerados, de lo contrario el sombrero quedará aguado y deforme.

Esta plancha de paja debe ser desarrollada sobre una horma de madera, que a propósito tiene la forma de la copa del sombrero típico. Luego viene la copa de la prenda que es cocida alrededor de la horma.

La copa y el ala, son más fáciles de cocer, se estima que la confección de un sombrero toma tres semanas.

Si bien es cierto que existen otras fibras y otras plantas panameñas de donde se obtienen fibras para hacer sombreros, la palma jipi japa, es la reina de los sombreros típicos nuestros, pues se hacen con ella más de una docena de variedades las que adoptan formas y nombres increíbles.

Están los sombreros blancos, los pintados, los de catorce vueltas, los de doce, trece, catorce y quince.

Antes de platicarles sobre la forma de usar los sombreros, debo advertirles a todos ustedes que uno de los inrespetos más grandes en nuestros campos y ciudades es tocarle o quitarle el sombrero a cualquier hombre.

Lo más llamativo en los sombreros típicos, es la forma de usarlos.

Cada acomodamiento en la cabeza del campesino o ciudadano quiere decirnos algo.

Por ejemplo el que usa el sombrero a la pedrada, que es doblado atrás y adelante quiere decir que estamos ante un hombre guapo y pelión.

Sin embargo, el que se acomoda el sombrero a la pedrada adelante y agachado atrás ese es n mujeriego y que está dispuesto a lo que sea por una hembra.

Los que acostumbran a ponerse los gorros pedrada atrás y agachados adelante, es señal inequívoca que estamos ante un matadero de primera línea.

Sin embargo, estas prendas de paja al usarse agachadas no siempre son indicaciones de algo malo, pues hay luto o se acude a un a procesión, a un entierro o se va a dar un pésame, todos usan los sombreros agachados en ambos lados, sino observen en las fotos que presentaron los periódicos cuando la muerte de Victorio Vergara, casi todos los sombreros estaban agachados atrás y adelante.

En Panamá, debemos cuidar con mucho celo, los bosques tropicales, debido a que la famosa planta que sirve para hacer nuestros sombreros, la Jipijapa, abunda en ellos. Si bien es cierto que a pocos días de terminar la centuria que nos llevará al 2,000, a Panamá le queda el cuarenta por ciento de sus bosques, es necesario aplicar las leyes que protegen a nuestro patrimonio natural.

Los maderistas panameños sobre todo el grupo MEMON, ha invertido en plantas procesadoras de madera, capaces de acabar con Darién en menos de lo que se persigna un ñato. Los maderistas tienen fórmulas ingeniosas para talar los árboles de madera fina.

Ellos los maderistas, muy poco les importa con la Jipijapa, ni con ninguna clase de paja o rastrojo, ellos saben acomodarse y aprovecharse del hambre de nuestros indios para que al aducir fines comunitarios, puedan talar, incluso en parque nacionales y bosques protegidos.

Los maderistas son los peores supercanallas que han brotado en la fauna panameña, peores que los indígenas piedreros que huelen mal, esparcen la basura pero no destruyen tanto como los aserríos que con toda suerte de argucias se llevan lo mejor de nuestros bosques, acabando con cientos de especies aún no investigadas.

 

 

 

 


 

El sombrero típico de Panamá es la prenda de vestir más difundida a lo largo y ancho de nuestro Istmo. Ninguna de las nueve provincias puede reclamar la paternidad absoluta de los sombreros típicos, ya que desde Puerto Armuelles hasta Puerto de Obaldía ondulan en pueblos, ciudades y campos.

 

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