Cualquier aumento en el futuro del precio del tanque de gas de cocina de 25 libras sería un golpe certero al presupuesto familiar de los panameños, más aún en momentos en que el estado no mantiene regulación sobre los productos de primera necesidad.
Una acción así tendría un efecto dominó al encarecer las fondas y restaurantes los alimentos que venden a los consumidores.
El sistema de gas envasado en cilindros metálicos no posee alternativas posibles, a excepción de la estufa eléctrica, cuyo funcionamiento eleva desmesuradamente la tarifa por el consumo de energía.
Una segunda opción sería el uso de leña y otros carburantes fósiles, que ocasionan alta contaminación del ambiente, y cuyas reservas están prácticamente agotadas.
Por más de dos décadas, dos empresas han controlado este mercado, y aunque el subsidio estatal ha logrado impedir el aumento, persiste la insistencia en un incremento.
�Si estas empresas no han registrado ganancias, cómo han sobrevivido?, �Por qué la Asamblea de Diputados no aprueba una legislación que le exija auditorías a estas actividades comerciales para conocer su situación financiera, y con ello determinar la justificación del aumento solicitado?
Otro factor que habría que revisar es el precio del petróleo y sus derivados en el interior del país, donde se toma como argumento el transporte, ya que se están generando sobreganancias, sacrificando a quienes geográficamente están alejados de los centros de procesamientos del combustible.
A esta cadena de malestares hay que añadir las prácticas especuladoras de los comerciantes e intermediarios que, a ciencia y paciencia de las "autoridades", encargadas de velar por el consumidor, acaparan los productos antes de que se declare oficialmente el aumento.
Esa fiebre, cuya temperatura amenaza con subir hasta niveles que amenazan la tan cacareada seguridad alimentaria, no está en la sábana, amigo consumidor.
