Durante mucho tiempo se ganó la vida limpiando la última morada de los que ya han partido de este mundo, pero paradójicamente el campo santo que era su lugar de trabajo, también fue el sitio donde pasó los últimos instantes de su vida.
Miguel Reyna Escudero, un adulto mayor de 72 años, se ganaba la vida desde hacía algún tiempo en el área de limpieza y mantenimiento de tumbas.
Desde hacía varios años hacía esos trabajos particulares a solicitud de los dolientes que tenían a sus muertos enterrados en el Cementerio de Corozal, en el corregimiento de Ancón.
En horas de la mañana de ayer, lunes, el cuerpo inerte de Miguel Reyna fue encontrado abajo de un árbol, a varios metros de las tumbas, por funcionarios municipales que laboran en el campo sagrado.
Una persona reveló que a Miguel le cayó un rayo en seco después que abrió un paraguas abajo del árbol.
El levantamiento del cadáver lo realizaron funcionarios de la Fiscalía Auxiliar, quienes iniciaron las investigaciones para determinar las verdaderas causas del fallecimiento del jornalero.