INQUIETUDES
El deterioro de la Familia en la sociedad panameña

La sociedad panameña pareciera estarse asfixiando. Podemos salvarla del trauma que la aqueja.


Antonio Díaz
Crítica en Línea

La familia panameña está en crisis. La permisibilidad y tolerancia de algunos padres de familia ha contribuido a ese deterioro creciente. Los hogares incompletos y la deserción hogareña, son rasgos salientes de este fenómeno que está socavando los cimientos de la citada sociedad.

Resulta extraño que ahora que han aumentado instituciones a favor de la familia es cuando hay más tensión en los hogares. En la incomprensión, los celos, el egoísmo y la falta de tolerancia, son las causas que contribuyen a que haya más rompimiento en los hogares panameños. A ello hay que añadir, la hipocresía de ciertas familias que se autoproclaman cristianas, pero nada hacen por que haya paz en sus hogares.

Tanto el hombre como la mujer comparten la responsabilidad de estas anomalías. La falta de armonía en una familia es consecuencia de la falta de diálogo entre los jefes familiares por que se impone el orgullo y las bajas pasiones, lo que evita una reconciliación por que se antepone el amor propio.

La mujer, a veces cree tener el monopolio de la razón y aunque gran parte de la culpabilidad en una desavenencia familiar, cree que no debe pedir disculpas al marido, y por el contrario, estima que todo se lo merece. El hombre con su machismo, también piensa que su orgullo se ve afectado si antes la contraparte o su pareja no da el primer paso para limar asperezas.

Estas son las situaciones que presagia en una tormenta, la que en definitiva termina con relaciones adúlteras que abre un abismo entre aquellos seres que se prometieron alguna vez amor eterno.

La familia es la base de toda sociedad pero para preservar la unidad hay que medir el valor de esta unidad familiar. La iglesia católica acuñó una frase de que la familia que reza unida permanece unida. Y ello debe servir de ejemplo, a quienes inculcan odio en el seno familiar, lo mismo que intriga y maledicencias que no hacen otra cosa que separar o alejar una posible reconciliación para mayores y mejores relaciones afectuosas.

El deterioro de la familia panameña, debe merecer prioridad porque nos estamos deslizando por una peligrosa pendiente de consecuencias catastróficas. El flagelo de las drogas, la deserción escolar la rebeldía de hijos contra padres y la frustración que recíprocamente sienten los padres y los hijos, es por falta de fe y de vocación cristiana, ya que muy pocas veces en los hogares hay lecturas de pasajes de La Biblia o se inculca en los vástagos principios de ética, moral y se rinde culto a los verdaderos valores.

Los padres de familia experimentan la sensación de que ya no constituyen verdaderos modelos para sus hijos, a los cuales parece algo trivial las buenas cualidades y el sacrificio de sus progenitores. Incluso, les parece algo natural el cariño que les prodigan sus padres y creen que no debe haber reciprocidad en el amor hacia ellos.

Queremos llamar la atención sobre la calidad de vida de las familias panameñas, la turbulencia a que está sometida, mezcla confusos sentimientos y en la mayoría de las veces crea heridas en el almanaque no se puede cicatrizar. No es con consejos abstractos que se puede orientar a la familia. De parte y parte tiene que haber comprensión para lograr ese objetivo. Pero hay que desterrar de nuestras vidas los sentimientos de egoísmo y pensar positivamente claro en ambas partes, tomando en cuenta que nuestro hogar y nuestra familia con el don más preciado que tenemos y a ella debemos rendirle culto una persona sin familia, es como una hoja al viento o un ser a la deriva. Tenemos la convicción de que hace falta una fuerza moral para lograr nuestras metas, y que ellas se alcanzarán en la medida que nos propongamos ser mejores ciudadanos. La ola de violencia que azota al país también es una producción de este desequilibrio social.

Panamá es todavía un país con mentalidad provinciana aunque tenga características cosmopolitas. Podemos aún salvar a la ciudad en que vivimos si en todos los hogares hay buena voluntad. No dejemos que ese estilo de vida ni esquemas foráneos sean transplantados en nuestro país atendiendo el clamor de prejuiciados menores. Tenemos nuestra propia aspirina para calmar los dolores de cabeza que nos producen mentalidades desviadas, inconformes y a veces llenas de complejos.

Podemos vivir en una sociedad sin traumas si en verdad lo queremos y nos lo proponemos.

 

 

 

 

 

 



 

AYER GRAFICO
El Doctor Arnulfo Arias y el general José Antonio Remón se saludan en la comandancia de la Guardia Nacional


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, mi curiosidad entorpece el libre tránsito


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