ARIEL Y DORALIS
Adultos discapacitados, pero niños
en el alma
Delsi Sánchez Madrid
Crítica en Línea
Ariel y Doralis, son hermanos,
personas muy especiales para su madre Libia María Suira, quien pasa
el día entre los cuidados de sus dos hijos, especialmente de Doralis,
y los quehaceres de la casa, ubicada en El Santo de Bugaba, provincia de
Chiriquí.
Ariel Mendoza tiene 38 años de edad, afectado por la poliomielitis,
es un joven de una gran estatura y muy juguetón, que le encanta ver
televisión, pero que por desperfectos del aparato se ve privado de
esta recreación, casi única para él, pues su enfermedad
y los constantes ataques epilépticos que sufre le impiden desarrollar
otro tipo de entretenimiento. Doralis Nazareth Suira, por su parte, cumplirá
20 años el próximo mes de abril y su condición, peor
que la de su hermano es mucho más dolorosa, ya que a los tres meses
de nacida, una fiebre intensa acabó con los sueños de su madre
de ver crecer a su hija sana. Se le detectó parálisis cerebral,
que la mantiene postrada en una cama con sus piernas cruzadas y sólo
es levantada cuando va a ingerir algún alimento o un medicamento.
Doralis aparenta unos siete años de edad y al igual que su hermano
Ariel le dan ataques temporalmente, los cuales le pasan sin ser atendidos
por un médico, pues hace mucho tiempo ninguno de los dos recibe atención
especializada, debido a que su madre es de escasos recursos económicos.
Sólo un odontólogo, quien con la aprobación de su
madre, decidió, extraerles las piezas dentales por considerar que
las mismas constituían un riesgo para la salud de Doralis, debido
al mal estado en que se encontraban.
La alimentación de esta pequeña niña es a base de
dietas líquidas, que es lo único que ella puede ingerir, lo
cual su mamá hace con mucha delicadeza. Doralis, en ocasiones se
ríe a carcajadas ya sea de algún ruido que le haga su hermano
o de la nada, lo que trae, según su madre, alegría a la casa
que siempre está silenciosa.
La señora "Lila", como cariñosamente se conoce
a la madre de estas criaturas, dice con lágrimas en los ojos y voz
quebrada que siempre le pide a Dios, que cuando los llame a morar eternamente
en el Paraíso le haga el llamado para los tres a la vez, pues no
resistirá ver partir a uno de sus hijos primero que a ella.
Comenta la señora Lila, que el padre de Doralis nunca ha sabido
que esta niña necesita algo, pues en los 19 años que tiene,
jamás le ha llevado nada, a sabiendas del estado delicado de ella,
y ni siquiera pregunta por el estado de salud de "Heydi" como
la llaman sus hermanos y vecinos.
De Ariel, nos dice Lila, que en ocasiones le sobrevienen los ataques
epilépticos y por la gran estatura de él cae, muchas veces
sobre piedras por lo que tiene varias cicatrices en la cara debido a las
caídas que constantemente sufre, ya que él camina con mucha
dificultad, pero esto no es impedimento para que Ariel deje de asistir a
la iglesia católica del lugar, lo que hace religiosamente todos los
domingos y sólo no asiste cuando se siente mal.
Este joven puede ser un ejemplo para muchas personas, pues siempre está
atento a tomar sus pastillas dos veces al día, conversa aunque con
mucha dificultad, pero generalmente se le puede observar sonriendo y haciendo
de la vida un chiste, cosa que es casi imposible de conservar en otras personas,
que ajetreadas por los vaivenes de la vida se olvidan de sonreír.
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La alimentación de esta pequeña niña es a base de
dietas líquidas, que es lo único que ella puede ingerir, lo
cual su mamá hace con mucha delicadeza. Doralis, en ocasiones se
ríe a carcajadas ya sea de algún ruido que le haga su hermano
o de la nada, lo que trae, según su madre, alegría a la casa
que siempre está silenciosa. |
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