La danza de Los Cucuas es única y exclusiva en la apartada comunidad de San Miguel Centro en el distrito de Penonomé.
Aunque hubo un momento en que estuvo a punto de desaparecer, ahora tiene en los últimos 15 años, un reconocimiento gracias al apoyo incondicional de folcloristas, entre ellos el maestro Valentín Ubarte, quien llegó como docente a esta comunidad hace muchos años y quien aún mantiene esta tradición, sobre todo, en estudiantes.
Este maestro llegó en 1975 a esta apartada comunidad, él tenía que caminar unas 9 horas desde Tambo hasta San Miguel por falta de carreteras, que ahora afortunadamente hay para llegar más rápido.
Este docente que ahora es considerado un folclorista logró meterse en esta danza y así integrarla en las materias escolares a los estudiantes para que no se perdiera y así ha logrado rescatarla, junto a personas de edades avanzadas y expertas en la materia que en esa región aún la cultivaban.
PARTICIPACION
Los Cucuas han calado muy alto y ahora no existe un panameño que no los conozca por su peculiar danza, pero principalmente por el vestido que es confeccionado por ellos mismos por la corteza del árbol Cucua que existe en esta región.
Ellos han realizado presentaciones en escuelas primarias, secundarias y hasta universidades de la provincia de Coclé.
De igual forma, Los Cucuas han participado en ferias como La Naranja de Churuquita Grande de Penonomé, la Feria de Penonomé, al igual que en ferias libres y desfiles como el de turismo en Penonomé, el de Navidad y hasta han realizado lucidas presentaciones en el Festival del Toro Guapo de Antón.
CONFECCION DEL VESTIDO
El vestuario es una atracción para todos, porque es completamente natural, pues es extraído y pintado de plantas, específicamente es de la corteza del árbol también llamado Cucua.
Los colores resaltan los dibujos del vestido que tienen diferentes diseños parecidos a la geometría.
Se utilizan diferentes plantas del bosque o campo de San Miguel y áreas aledañas para combinar los colores que tiñen el vestido, entre ellas está la planta Guaymí, ella da el color rojo, es una planta parásita, no muy común.
El color negro sale del bejuco "Ojo de Venado que abunda en los ríos y que se le llama así por la semilla parecida a los ojos del Venado de la región. Este bejuco se puede encontrar en ríos y quebradas.
La planta conocida como la Yuquillase es la que logra que los campesinos obtengan el color amarillo, pero esto no se logra de manera fácil y rápida, pues tiene todo un procedimiento que hay que completar para obtener los colores adecuados.
Para la confección del vestido, se requiere de un hilo muy especial, que se saca de la palmilla de Pita, y es un hilo fino y muy resistente, también utilizado para la confección de otras artesanías de la región coclesana; sobre todo, en el norte de Penonomé.
Confeccionar el vestido más que procedimiento es todo un ritual para los campesinos de San Miguel Centro, ya que primero se cortan las tucas de cucuas, de donde sale la corteza que va a ser posteriormente el vestido.
Pero el corte, que se hace con un hacha, debe ser recto de extremo a extremo, luego se le meten 2 estacas para ir despegando la corteza del árbol hasta llegar al otro extremo, pero de forma muy cuidadosa.
Posteriormente, se raja la parte exterior y la parte que está adentro para sacar el blanco pegado al palo y se da un lavado para luego ponerlo a secar.
Pero esto no es todo para la confección, otra parte del vestido es la cabeza y para ella, utilizan un bejuco que se adecúa a la cara y luego se le coloca la quijada de zaino, la que se amarra con hilo de pita, se le anexa arriba la osamenta o cacho de venado, que es el más adecuado y se forra ya con la corteza del árbol preparada. Luego se pinta con los colores ya establecidos por ellos.
Otro detalle que impresiona a los visitantes y observadores de este vestido es precisamente el manto que se le coloca al danzante en la espalda con los elementos del sol, la luna y las estrellas y una imagen del custodio, que para ellos son creencias de cada uno de sus antepasados.