Luis “Papo” Córdoba se entregó a Dios. Así lo gritó a los cuatro vientos cuando ayer abandonó la cárcel El Renacer, donde purgó 15 años por el crimen del campesino Edwin Eredio Amaya.
“No hay rencor, no hay odios”, dijo el excoronel, a quienes sus opositores le endilgaron el mote de “El Inventor del Miedo”.
En estos 15 años de encierro “hubo ganancias, porque he conocido a Dios. Antes oía hablar de El, pero ahora yo hablo con Dios. Estoy entregado a El”, expresó el excolaborador del general Manuel Antonio Noriega.
"Papo” era escoltado por su madre Abigaíl Morales y su hija Yusbeth Córdoba. En escena entró el arnulfista Antonio Domínguez, quien se fundió en un abrazo con el excoronel.
Córdoba dijo que no quería pensar en el pasado.
Sobre Amaya no habló. "Llegará el momento de decir mi verdad... aunque todo está dicho... la gente lo entiende a su manera", dijo Córdoba.
El hombre que entró no es el mismo que sale, dijo convertido en filósofo. "Sí algo aprendí en estos 15 años, fue pedirle a Dios que me creara un corazón limpio...".