Si los panameños tuviesen que escoger un sistema de transporte nuevo, los diablos rojos estarían condenados a desaparecer como el mago hace con el conejo.
El sistema de transporte es inhumano.
Hace poco para probar esta afirmación decidí utilizar un autobús de la ruta 24 de diciembre desde la Vía España, hasta San Miguelito.
El autobús está diseñado para que dos personas ocupen un fila de puestos, pero se sientan tres. El conductor anda mal vestido, es mal hablado y maneja como si tuviera una urgencia estomacal.
Esta es la realidad del transporte urbano en todo el país.
En una carrera por cubrir las rutas en menor tiempo manejan sin las mínimas precauciones, frenando por doquier y dejando a los pasajeros fuera de las paradas.
Estos autobuses no tienen aire acondicionado, abanicos, cinturones de seguridad y las butacas están totalmente destruidas.
¿Tienen moral los dirigentes de la CANATRA o del grupo del interior del país para reclamar derechos si no han cumplido con los usuarios?.
El gobierno tiene que adoptar las decisiones políticas y administrativa que sean necesarias para acabar con un sistema de transporte que no tiene nada de bueno para ninguno de sus clientes: la mayoría del pueblo panameño.
Las negociaciones de recámaras, los arreglos que quieren hacer algunos diputados y las manipulaciones de los empresarios que dirigen el transporte tienen que acabarse.
Los usuarios necesitan un sistema moderno, eficiente y cómodo que los lleve y traiga todos los días, en el menor tiempo posible y sin tanto sufrimiento.