En la autopista Arraiján-La Chorrera, cinco de cada diez perros que intentan cruzar la vía, mueren atropellados por los automóviles, y en el tramo de carretera entre Loma Cová y el puente de Las Américas es frecuente ver a estos pobres animales, a quienes se les llama el mejor amigo del hombre, deambulando, perdidos, después que sus amos indolentes los han abandonado, viejos o enfermos, a su propia suerte.
Así como los caninoss, otros animales domésticos son víctimas del abuso de los humanos que los someten a torturas por hambre, golpes, encierros forzosos y abandono, sin que haya una ley específica que castigue semejante crueldad.
Una de las barbaridades surgidas de la sociedad de consumo, la vagancia y la falta de sensibilidad hacia los animales en los últimos tiempos, son las peleas de perros que ya están proliferando clandestinamente, donde los promotores cruzan apuestas y empujan a los pobres animales a veces hasta la muerte a punta de dentelladas.
Hoy es frecuente ver a estos salvajes paseando por las calles de Arraiján y La Chorrera, llevando atados a cadenas a estos animales que después lanzan sin escrúpulo al ruedo de la muerte. La idea de una legislación al respecto, me parece saludable y de carácter urgente, para que el peso de la ley caiga sobre quienes son incapaces de comprender que el derecho a la vida es un don de la naturaleza para todos los seres vivientes. |