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Es una manía, una compulsión. Se trata de una costumbre nefasta la de los panameños que tienden a gastar y gastar, y muy poco guardan algo de dinero para los tiempos difíciles. O por simple hábito de ahorro.
Los tiempos navideños -que muchos empresarios consideraron que iban a ser malos para el comercio- sirvieron para los panameños se gastaran casi todos sus ahorros. Las compras fueron intensas. No obstante, debemos esperar para saber a ciencia cierta cómo fueron las cosas. A simple vista, decenas de miles de ciudadanos abarrotaron las tiendas buscando regalos.
Eso no está malo del todo. Lo es cuando el gasto se convierte en el centro de la festividad, cuando el verdadero sentido navideño es olvidado y se exalta lo material. Y lo es cuando no aprovechamos la ocasión para ahorrar un poco. Los tiempos venideros no se pintan muy buenos, y es mejor que cada uno tenga alguito guardado para afrontar la tormenta.
Los panameños debemos aprender a ahorrar. En el ahorro está la respuesta a muchas de nuestras necesidades, nuestros vacíos. Si permanecemos dependiendo de otros para la vida, y no vamos construyendo nuestro propio destino -y ahorrar no es otra cosa que echar las bases del futuro- seguiremos siendo esclavos.
Es oportuno que el país entero se entrene. No nos dejemos llevar por los cantos de sirena que hablan de marcas y mercancía de primera, sin antes disponer de una buena cantidad para la alcancía. |
