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Mi Navidad

Hermano Pablo | Reverendo

«Como los niños eran pequeños y no lograban mantenerse despiertos para la cena, se hizo costumbre que la Navidad no se conmemorara a la medianoche sino durante el almuerzo del día siguiente. Después los niños crecieron, pero seguimos con la costumbre. Y era el día 25 por la mañana cuando llegaban los regalos.

»Como la cena de Navidad era el día 25, yo estaba siempre libre la noche del 24 de diciembre. Pero hace tres años tengo un compromiso sagrado para la noche del 24.

»Es que, hablando con una muchacha que no era todavía mi amiga pero que hoy lo es, y muy querida, le pregunté qué iba a hacer la noche de Navidad, con quién la iba a pasar. Ella sencillamente respondió: "Lo que vengo haciendo todos los años: tomo unas píldoras que me hacen dormir 48 horas." Me sorprendí; asustada, le pregunté por qué. Es que la época de Navidad le resultaba muy dolorosa, pues había perdido a su padre y a su madre, si no me equivoco, cerca de Navidad, y no soportaba pasarla sin ellos.

»Y tuve una idea: desde esa Navidad en adelante, nosotras pasaríamos parte de la noche del 24 juntas en un restaurante. Nos encontraríamos pasadas las ocho de la noche, y ella vería lo llenos que están los restaurantes con personas que no tienen hogar o ambiente de hogar para pasar la Navidad, y la celebran alegremente en la calle.

»Pero hubo una Navidad en que mi amiga quebrantó lo convenido y, sabiéndome no religiosa, me regaló un misal. Lo abrí, y en él estaba escrito: "Reza por mí."

»El año siguiente, en septiembre, fue el incendio en mi habitación. Incendio que me afectó tan gravemente que durante algunos días estuve entre la vida y la muerte. No trato ni siquiera de explicar lo que sucedió: Todo se quemó, pero el misal quedó intacto, tan sólo levemente chamuscado en la tapa.»

Así termina esta crónica de la audaz escritora brasileña Clarice Lispector, una de las tantas que escribió semanalmente para el Jornal do Brasil entre 1967 y 1973. la: la de cenar juntas cada Nochebuena.

¡Qué bueno sería que siguiéramos el ejemplo de Clarice, que a su manera siguió el ejemplo de Jesucristo, quien se identificó con nosotros al venir al mundo en la primera Navidad!




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