JAIME de SAAVEDRA: Humanista
Por Briseida María Saavedra.
Es obvia la representación destacada de este artista panameño en el mundo del arte contemporáneo. Lo mueve el deseo de llegar a una nueva experiencia plástica que sin formar un eslabón de la cadena genial de los grandes aportes a la historia del arte, lo suyo tiene el valor de lo verdadero que permanece en el tiempo y no tiene un lugar específico para morar y hablar de él. Su intuición creativa se integra con facilidad y talento al mundo contemporáneo.
Salir a "ver" el mundo para luego "hacer algo" con todo eso; salir a buscar a la gente por todas partes para hablar de ella a los demás y formar un catálogo de obras, que representan intensas percepciones culturales y místicas, que aparecen en una galería privada dispersa por diferentes sitios de Europa, España, la América y Panamá, con el propósito único de poner una nota de superior calidad estética en los ambientes y promover un diálogo amistoso con el espectador.
Valorar el arte en dinero, lo consideró degradante: Deseaba apreciación de carácter estético para ser feliz. Se mueve como una estrella fugaz en la cultura nacional, apareciendo sorpresivamente con rapidez y gran luminosidad, sentando precedente en nuestra historia del arte, en una obra de profundo contenido social, que brilló como algo inesperado en la Tercera Exposición Nacional de Arte (1950), que reunió obras de nacionales y extranjeros, en la capital.
Se ubica por nacimiento en el ambiente cultural con don Roberto Lewis, Humberto Ivaldi y Juan Manuel Cedeño, hasta el momento de marchar a España por largos años después de la gran exposición del 50.
El ambiente cultural de España lo envuelve, lo encanta, lo enriquece. Camina por los predios de la Filosofía y Letras, y cultiva la prosa literaria en un estilo que busca pulirse. El Instituto Panameño de Arte, hoy Museo de Arte Contemporáneo, le abrió sus puertas en 1965, para una muestra variada de 33 obras, quedando para la colección permanente un excelente dibujo, retrato de Isidoro Bethancourt, pescador nativo de playa Farallón. Para Jaime de Saavedra, promover la emoción estética buscando el alma de seres y cosas para mostrarlos; elevar lo real a lo sublime, fue la luz que alumbró su camino. Se lanzó (1950) a la gran aventura de un artista buscando dentro de sí, en peregrinaje espiritual e intelectual, que le permitió respuestas estéticas variadas, que no rompen los nexos con lo figurativo.
Recibida la huella de las búsquedas contemporáneas, maneja efectos jamás imaginados en el academismo tradicional.
El arte moderno busca la manera personal de tratar el asunto, pero él sin desear someterse ciegamente y olvidar su propio yo, movido por las corrientes sensibles de moda, mantiene libertad en la intuición creativa en una renovación constante, para animar los temas.
El próximo domingo continuamos con "Jaime de Saavedra: Humanista".