ESO ES AMISTAD Los chicos con los chicos

Tomado de
INTERNET
Es tan bella la amistad, tiene tantos valores y puede enriquecer tanto a las personas que, con frecuencia, los padres queremos convertirla también en la forma de relación con nuestros hijos. Profundo error. Los verdaderos amigos de nuestros hijos -ellos y ellas- serán los que tienen su misma edad, sus mismos problemas, ilusiones e inquietudes. Y nada de eso tenemos nosotros. Sin embargo, compartir sus mismas aficiones puede ser una excusa perfecta para llegar a su intimidad. No hemos de pretender ocupar el puesto de los amigos y amigas de nuestros hijos, pues les haríamos un flaco servicio; como no podemos pretender, cuando pasen los años, ocupar el puesto de sus esposos o esposas. De todas maneras, sus padres podemos -y debemos- vivir con los hijos muchos valores que son propios de la amistad, la confianza, la lealtad, el cariño, la generosidad, el altruismo. "Para que surja la amistad -escribe Sierra Bravo- no basta con poner frente a frente a dos personas. Es necesario que se dé entre ellas una afinidad espiritual en gusto, aficiones, sentimientos e ideas que no necesita ser total puesto que pueden reforzarla divergencias accesorias o complementarias". La autoridad paterna que todo adolescente necesita puede armonizarse perfectamente con la amistad, que exige ponerse de alguna manera al mismo nivel de los hijos. Quizá durante etapas precedente hayamos podido sustituir de alguna manera a los amigos de nuestros hijos, o ocupar la mayor parte de su tiempo libre... Sin embargo en la adolescencia resulta bastante implanteable, aunque eso no quiere decir que hayamos perdido todos los puntos de contacto con los hijos... Aún quedan, por ejemplo y entre otras cosas, esas afinidades en gustos y aficiones que hemos sembrado en los hijos desde que eran más pequeños. Un buen modo de llegar a la intimidad de los adolescentes es compartiendo aficiones; y es una buena tabla de salvación a la que agarrarse en esta agitada etapa de la vida de los hijos para mantener una mayor unión familiar. Por ejemplo acompañar al hijo de ven en cuando a algún partido del deporte que practica, estudiar juntos un segundo idioma, salir juntos a pescar o andar en bici... Es un modo de crear situaciones o aprovechar las que ya existen para convivir de modo personal con los hijos y favorecer así sentimientos positivos entre ambos. Así, quizá hayamos aficionado a alguno de nuestros hijos a coleccionar estampillas: los domingos por la mañana, pasábamos horas ordenando el álbum... Y eran ellos los que nos buscaban para que les ayudáramos... Ahora, quizá, no hay domingo por la mañana que se quede en casa., pero esa afición común permanece y se mantendrá como una puerta abierta que podemos utilizar cuando sea necesario. De todos modos, hay que plantear esa relación entre padres e hijos sin utilitarismo, sin instrumentalizarla para fines particulares. Acompañar al hijo a los partidos de su equipo ha de servir para darle apoyo, no para "proyectarnos" en sus jugadas, o para hacer de él una estrella del fútbol que puedan admirar todos, o para desfogar nuestras preocupaciones contra el árbitro.
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De todos modos, hay que plantear esa relación entre padres e hijos sin utilitarismo, sin instrumentalizarla para fines particulares. Acompañar al hijo a los partidos de su equipo ha de servir para darle apoyo, no para "proyectarnos" en sus jugadas, o para hacer de él una estrella del fútbol que puedan admirar todos, o para desfogar nuestras preocupaciones contra el árbitro.
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