EDITORIAL
A 11 años de la invasión norteamericana
Aún con el trauma de los aciagos días de la invasión norteamericana del 20 de diciembre de 1989, los residentes del "barrio mártir" de El Chorrillo siguen rumiando sus frustraciones, desesperanza y miseria. El Chorrillo, situado entre la espada y la pared para contener la arrolladora fuerza bélica de la operación "Causa Justa", fue arrasado casi en su totalidad con sus viejas casas de madera y los lamentos de una población inocente y ajena a las políticas castrenses que con bravuconadas del Jefe de las Fuerzas de Defensa, desafió al imperio norteamericano. Las heridas aún no cicatrizan en el "barrio mártir", sobre todo porque no se han cumplido muchas exigencias de reivindicaciones de la población chorrillera. Al ser defenestada las Fuerzas de Defensa, Panamá tuvo un respiro de libertad y aunque el triunvirato que gobernó inicialmente el Istmo tomó posesión en una base norteamericana, se abrieron surcos de libertad y se estableció el respeto por los derechos humanos. La historia de la dictadura no debe repetirse jamás, y aunque fue una lección dura la cruenta invasión, todavía quedan huellas dolorosas y prejuicios contra los Estados Unidos, ahora más que el nuevo Presidente norteamericano es hijo de George Bush, el arquitecto y promotor que ordenó la acción bélica de hace más de una década. Esperamos que estos sucesos no se vuelvan a repetir y se fortalezcan las relaciones con el "coloso del Norte" basadas en una economía de respeto y libertad. Por muchos años socios de la vía canalera, todavía tenemos un destino común de garantizar el libre tránsito de naves por el canal a todas las banderas del mundo.
PUNTO CRITICO |
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