El triunfo electoral de Martín Torrijos ha supuesto el regreso al poder de la centroizquierda en Panamá y un cambio en la escena política centroamericana caracterizada por gobiernos conservadores.
En las elecciones del pasado mes de mayo el pueblo eligió a Martín Torrijos -hijo del caudillo Omar Torrijos, que controló el gobierno de 1968 a 1981- y dio un voto de castigo al gobierno de la presidenta Mireya Moscoso, del derechista Partido Arnulfista.
Con el acceso al poder del Partido Revolucionario Democrático (PRD), miembro de la Internacional Socialista, se ha quebrado la hegemonía conservadora en la región.
El escenario conservador esta representado por los gobiernos de Enrique Bolaños, en Nicaragua; Elías Antonio Saca, en El Salvador; Abel Pacheco, en Costa Rica; Oscar Berger, en Guatemala, y Ricardo Maduro, en Honduras.
La aparición de un gobierno de centroizquierda en Panamá coincide también con gobiernos progresistas, disímiles pero concordantes entre sí, en Brasil, Venezuela, Argentina y Uruguay.
El fin del gobierno de Moscoso ha creado una cierta expectativa hacia la nueva gestión de Torrijos, quien se ha marcado como tarea prioritaria reducir la pobreza que sufre el 40 por ciento de los 3 millones de habitantes del país y disminuir el desempleo que afecta al 14 por ciento de la población.
Pero desde diversos sectores sindicales y obreros panameños, se desconfía de que las promesas de Torrijos sirvan eficazmente para satisfacer las demandas de trabajo, salud, educación, vivienda y seguridad ciudadana.
De momento, la anunciada reforma de Torrijos a la Caja del Seguro Social (CSS), que padece una grave crisis financiera, ha puesto en guardia a los sindicatos.
Otro reto del gobierno será conseguir una reforma fiscal en la que paguen más impuestos los sectores pudientes del país, y que evite el aumento del déficit fiscal, que es de 700 millones de dólares.