Desde que asumió el cargo de director de la Agencia Asturiana de Cooperación, Rafael Palacios ha sentido que su integridad física peligraba en varias ocasiones. «Entre ellas, la más peligrosa, en la que me sentí directamente amenazado, fue en el viaje a Colombia, en el que sufrieron atentados personas con las que me había reunido o con las que me iba a reunir», cuenta Palacios. Y eso a pesar de que aquel viaje contaba con la protección de guardaespaldas y se alojaba en pisos protegidos.
La Colombia que visitó el pasado mes de marzo era la de «la violencia directa», la misma que, según recordaba Palacios ayer, acabó con la vida de Luciano Romero, apuñalado, torturado y abandonado en un basurero, un sindicalista colombiano que permaneció varios meses en Gijón, dentro del programa asturiano de Derechos Humanos. Las mismas violaciones de los derechos fundamentales que Palacios intentaba evaluar entonces.
Otro hecho «complicados» sucedió en Ramala, durante un viaje a Palestina para visitar las iniciativas a las que el Ejecutivo regional ha destinado este año 355.000 euros. Palacios estaba acompañado por el consejero de Justicia, Francisco Javier García Valledor, y los dos tuvieron que ser evacuados en pleno tiroteo en las calles de Ramala. Todo ocurrió muy rápido: ambos se encontraban en las proximidades de la Mukata a su paso, una manifestación en la que se desencadenó fuego de ametralladoras. Salieron ilesos.