No hay profesión que se escape a este escrito. En la mayoría existen personas que vienen de abajo, pero, al momento de subir o respirar en un ambiente diferente, cambian hasta en la manera de caminar.
Por mencionar algunas profesiones, algunos abogados, médicos, arquitectos, ingenieros y muchos periodistas, colegas nuestros, se creen la gran vaina. Existen algunos que se dan golpes de pecho y ven como obligatorio que todo el mundo debe conocerlos porque salen en TV.
La otra vez, uno de los colegas fue a un supermercado y no lo atendieron bien. El hombre se disgustó tanto que le grito al dependiente: ¡Tú no sabes quién soy yo! El pobre muchacho le respondió con sinceridad y algo de miedo con un, "no señor". El colega le volvió a preguntar ¿No sabes quién soy? A mi todo el mundo me conoce. ¿Dónde vives tu muchacho? Esta fue la última oración que hizo y se marchó.
Todos los profesionales deben entender que no importa cuán alto hayan ascendido en sus carreras, todas las personas se merecen nuestro respeto. No importa si se trata de un barrendero, una camarera, un lava autos o un mecánico. Todos estos oficios son dignos, sino sólo piense un país que no ha sido limpiado por dos meses. Todos quedaríamos en los hospitales probablemente por una epidemia.
¿Qué le cuesta al hombre ser humilde? ¿ Por qué creernos la mamá de Tarzán, como dicen por ahí? ¿Acaso no sabemos que el Rey de reyes, Jesús, vino a este mundo para servir y no esperar ser servido por nosotros?
El mejor ejemplo de humildad que encontramos en el mundo no lo veremos en el vecino, que es amable, o el compañero de trabajo. No señores, el mejor ejemplo está en tu casa. Solo usa el libro que mantienes de adorno abierto en el Salmo 23 (sí, ese que dice que Jehová es mi pastor y nada me faltará...). Démosle uso a la palabra de Dios. Allí encontraremos cómo podemos llegar a ser humildes.