La muerte de un pasajero a manos de agentes especiales estadounidenses en Miami abre interrogantes sobre las estrictas medidas de seguridad implantadas por EE.UU. en los aeropuertos para luchar contra el terrorismo.
Familiares y testigos se declararon "atónitos" ante la "lamentable" muerte de Rigoberto Alpízar, de 44 años, quien poseía las nacionalidades estadounidense y costarricense y que según las autoridades "dio a entender que tenía una bomba".
La policía confirmó posteriormente que no encontró ninguna bomba y excluyó que se tratara de un caso relacionado con el terrorismo.
El hecho ocurrió en el aeropuerto internacional de Miami, momentos antes de despegar el avión en el que el hombre viajaba con destino a Orlando (Florida), donde residía.
"No creo que estuviera armado ni que tuviera una bomba. No creo que debieron dispararle", dijo a periodistas John McAlhany, pasajero del vuelo 924 de American Airlines, en el que produjo el tiroteo.
Las declaraciones de otros pasajeros después del incidente, indican también que el hombre no dijo que tenía una bomba sino que estaba en un estado de extrema agitación antes de ser tiroteado.