Venezuela vivió ayer su séptima jornada de una huelga general contra el presidente Hugo Chávez, que golpea la vital industria petrolera, en medio del temor a un recrudecimiento de la violencia por la radicalización de posiciones entre el gobierno y la oposición.
Aunque fue reinstalada la mesa de diálogo con la mediación de la OEA, Chávez, desde su programa radial "Aló, Presidente", y sus furibundos opositores continuaron el domingo echando más leña al fuego, mientras los venezolanos se abastecían de alimentos y combustible, ante la agudización de una huelga que hoy entra en su segunda semana.
Vistiendo el uniforme de los trabajadores petroleros, Chávez llamó a defender la industria del crudo de Venezuela, quinto exportador mundial, acusando a sus opositores de arremeter contra "el corazón de la economía venezolana" para reeditar el golpe de Estado que lo sacó del poder el 12 de abril por 47 horas.
Sindicatos de oposición señalaron a la AFP que la industria petrolera venezolana se mantiene paralizada en más de un 80%, afectándose especialmente la refinación de exportación y transporte de combustibles en todo el país.
Mientras el Ejército, por orden de Chávez, resguardaba las principales plantas del gigante Petróleos de Venezuela (PDVSA) -empresa que aporta 80% de las divisas al país. |