Tras eliminar a Costa Rica la noche del jueves, la selección Sub-23 de Panamá arribó ayer a suelo patrio con el sueño, aún vivo, de ir a los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
La clasificación panameña puede traducirse en una hazaña porque la pobre imagen que mostró el equipo en el primer partido de la repesca en el Estadio Rod Carew, no daba muchas esperanzas.
A su salida del Terminal Aéreo de Tocumen, los jugadores lucían sonrientes, satisfechos por el deber cumplido, serenos y agradecidos a Dios por la oportunidad de seguir con la ilusión olímpica.
El gran ausente ayer fue el técnico Alexandre Guimaraes, quien vivió una experiencia poco usual en el Estadio Ricardo Saprissa, en San José, pues jugaba contra su vástago y usó todo lo que conoce de él en su contra, logrando salirse con la suya.
El primero en hablar fue el portero Gilmar Torres, quien jugaba su primer partido con la selección. Un debut difícil por lo que se jugaba Panamá, pero el golero del Alianza F.C. respondió positivamente en el campo.
"No me esperaba un debut así, pero este triunfo se lo dedico a todos los panameños, a mi familia, a mis compañeros que confiaron en mí", dijo Torres.
Para Gilmar, la titularidad no lo sorprendió, pues en la semana le habían comunicado que él sería el guardián del pórtico panameño.
Sobre el cobro de Celso Borges, Gilmar indicó que le habían dado algunos datos, sobre todo que "le pegaba duro y arriba".
Mientras que Alberto Quintero, autor del gol que llevó el partido a la prórroga, indicó: "fue un momento muy importante en el partido, porque pudimos ir al alargue".