Utilizar un calzado adecuado para que los pies estén sanos es la primera premisa que hay que tener en cuenta. Además, en qué condiciones estén los pies depende -generalmente- de cómo los vestimos. El 90% de las patologías provienen del uso inadecuado de un zapato, sobre todo, en las mujeres. Si son mayores, los problemas vienen también derivados del uso de ligas, fajas y ligueros, que presionan y estrangulan la circulación, provocando que la sangre no llegue hasta el pie", afirma J. Hernández Charro. Antes de comprar unos zapatos conviene recordar que es mejor probárselos al final de la jornada, cuando el pie ya tiene la máxima dimensión de longitud y volumen.
Un calzado adecuado nos debe permitir mover los dedos en su interior, tiene que tener un dedo de espacio por delante, el ancho debe ser el de nuestros juanetes y el talón debe quedar confortable y no apretado. No es conveniente llevar zapatos altos ni planos, sino de una altura media. Si el calzado es para una persona mayor, es conveniente que tenga suelas antideslizantes y que tenga de ser posible cordones.