A mis lectores les debo todo el respeto que se merecen, y por esa razón no los voy a aburrir con estadísticas respecto de la tasa de desempleo que existe en Panamá en estos momentos. De hecho, las cifras sobre cuánta gente hay desempleada, lo reflejan los miles de aspirantes que diariamente acuden a cuantas ferias de trabajo* se anuncian, sean estas de la empresa privada o del sector oficial. Plutarco (escritor griego) nos regala el siguiente pensamiento:
"...Así como no todos los temperamentos pueden resistir los efectos del vino, del mismo modo no todos los espíritus son capaces de una grande riqueza, sin embriagarse con ella y perder la razón...".
El Estado panameño, a través de la correspondiente instancia gubernamental, es la dueña de las concesiones que otorga a todos los operadores de un servicio público que funciona en el país. El transporte público colectivo (los llamados "diablos rojos"), se ha comprobado hasta el cansancio que ya son obsoletos y por esta razón van a ser reemplazados, y a sus propietarios se les va a compensar (no indemnizar), con una cantidad equis de dinero (a manera de "preaviso") para que abandonen el sistema, no sin antes darles la oportunidad de poder seguir en el sistema, pero esta vez como empleados de la empresa que los contrataría, compromiso éste que conllevaría el pago de un salario mensual que los transportistas (un grupo de ellos), consideran irrisorio y lo han rechazado de plano ("...se han embriagado con el dinero y han perdido la razón...", dice Plutarco).
La situación, como este columnista la percibe, es que si esos "cabecicalientes" que hoy están apareciendo por allí, y que nunca han hecho nada por mejorar el servicio, no les conviene el salario ofrecido, pues que 'suelten la carga' y vayan llenando sus respectivas solicitudes de trabajo, o que abran su cualquier taller para darle mantenimiento a los Metrobuses que próximamente estarán circulando por las calles de nuestra ciudad. ¡Tómenlo o déjenlo!
¡ Au Revoir