El ataque de Corea del Norte a una isla surcoreana, que causó dos muertos y una veintena de heridos, constituye uno de los incidentes más graves entre ambos países desde el fin de la guerra (1950-1953), que convirtió la península coreana en un inestable polvorín.
La isla de Yeonpyeong, escenario de la agresión, está a solo trece kilómetros de la costa norcoreana y en plena frontera marítima entre los dos vecinos, que Pyongyang rechaza al asegurar que fue trazada unilateralmente por el comando de la ONU que lideraba EE.UU. en 1953.
Esta zona del Mar Occidental (Mar Amarillo) ha sido un constante foco de tensión entre el régimen comunista del Norte y el capitalista del Sur, con enfrentamientos que ya en el pasado han originado peligrosas escaladas de violencia.