Si usted no se ha dado cuenta, uno de los negocios más fructíferos de librerías ha decaído. Antes, el comprar diccionarios y enciclopedias era una necesidad para ilustrarse sobre informaciones importantes de todo tipo. Pero, desde mediados de la década pasada, la Internet desplazó a los vendedores de libros. Con tan sólo acceder a un sitio web, como Encarta, ya uno busca lo que sea sobre datos geográficos; igual modo con los diccionarios virtuales.
Decía un periodista alemán que “la Internet es un vasto universo lleno de basura, de cuyas entrañas hay tanto material inservible, pero del mismo también hay perlas y joyas que podemos utilizar”. Pues, claro, fuera del hecho de que la web global virtual tenga sexo, mujeres desnudas, sitios que promueven la corrupción moral, el consumismo publicitario o la decadencia juvenil, lo cierto es que la Internet es una herramienta necesaria para el desarrollo de la sociedad humana.
Paralelamente, las nuevas tecnologías permitieron hace cinco años el desarrollo de las telecomunicaciones por vía Internet. Las llamadas telefónicas, a bajo costo, con servidores en Estados Unidos, fueron tomando tanta fuerza que incluso desplazaron a las empresas telefónicas instaladas en los diversos países. Un cyber-café ganaba cientos de dólares en llamadas telefónicas por la web al día, pues la gente no tiene dinero para pagar costosas llamadas con las compañías telefónicas grandes.
Empero, ciertos países con mentalidad arcaica, de entre los cuales ya podemos colocar a Panamá, han decidido bloquear los servicios de acceso a la Internet, dizque porque no están regulados. La controversia generada por las llamadas internacionales, fuera del alcance del control de Cable & Wireless y Bell South, han provocado múltiples reacciones e incluso se habla de demandas millonarias, de parte de empresarios que usaban ese servicio por la Internet, debido a que se considera “innovación técnica, diferente a la telefonía convencional” las comunicaciones por la web.
En un mundo globalizado, es realmente tonto que una autoridad como el Ente Regulador se preste para semejante maniobra, de bloquear varios servidores de la web global, sólo para complacer a dos empresas de telecomunicaciones cuyos costos elevados de servicios han encarecido el uso del teléfono.
Con este funesto hecho ahora Panamá se compara a Irak y a China Comunista, pues implementar un bloqueo de la Internet es similar a declararle la guerra a la libertad de expresión y de comunicación entre los individuos.
También, el Ente Regulador ahora echó al traste el vasto proyecto de los “Web Hosting” y los “Call Centers” que se instalarían en Panamá, pues todo el mundo sabe que para crear empresas de ese tipo se necesita de plena libertad para usar la Internet, además de las redes de telecomunicaciones.
Gracias al Ente Regulador, ahora miles de panameños ya no tendrán esperanza de hablar con sus familiares en el extranjero, a la vez que también se frena la posibilidad de abrir más plazas de trabajo para los nacionales que laborarían en los centros de llamadas en las áreas revertidas. |