La escena era como para tomarle una foto. El jovencito de unos dieciocho años estaba casi sentado al final de la escalera. Jadeaba el muchacho universitario. Y miraba hacia lo lejos, allí donde estaba la acción. La cerca de la Universidad de Panamá impedía que entrara la Policía por eso de la Autonomía.
El estaba disfrazado de talibán (guerrilleros de Afganistán). Un pañuelo le cubría la cabeza y otro la nariz y boca.
Tenía una especie de manta en su cuerpo y un biombo. Balanceaba el biombo ante la vista de profesores y alumnos que nos alejábamos de las lacrimógenas lanzadas por la Policía.
Eso no le importaba al talibán panameño. El miraba hacia la cerca ubicada a unos cincuenta metros. Se notaba que allí había estado tirándole piedras a la Policía.
La razón de su protesta sería el alto costo del combustible, las reformas a la ley del Seguro Social, etc.
A mí me incomodó verlo reposando lejos de la acción. Siguiendo mi "humor negro", le dije en son de broma:
¡"Deja de estar flojoneando y ve a pelar con la Policía por la patria panameña"!
Imagino que nunca esperaría esas palabras el pichón de guerrillero urbano (de ciudad). Luego de siete pasos míos comenzó a gritarme insultos, y agitar las manos como si tuviera candelillas en las posaderas.
Algunos profesores y alumnos me miraron y yo seguí como si nada hubiera pasado. Pensé que me tiraría una piedra con su biombo, comprado en la tienda del chino de la esquina.
En la misa del Día del Periodista (13 de noviembre), los licenciados Moreno Góngora y Quirós, comentaron estos nuevos métodos de lucha estudiantil.
Todos estuvimos de acuerdo que en nuestra juventud tiramos piedras a la Policía.
"Pero no nos tapábamos la cara ni nos poníamos máscaras", dijimos los tres.
Nadie está en contra de la protesta estudiantil. Lo que se critica es la violencia que daña a otros.
Menos de cuarenta "talibanes" hacen cerrar la Universidad afectando a cuarenta mil compañeros.
Hablando de movimiento estudiantil, una joven estudiante dijo que hace dos años supo que políticos daban dinero a los dirigentes de su escuela secundaria. Así promovía disturbios que beneficiaban sus intereses politiqueros.
"Luego de los disturbios podemos ir a comer hamburguesas con ese dinero", dijo el "honesto" dirigente. Ojalá no sea de los talibanes universitarios...