A casi año y medio, he podido suponer que nuestro gobierno se nos ha dividido en dos: Los que sí trabajan y los que no trabajan. A su oportunidad los que trabajan también se han agrupado en dos: Los nombrados por el partido y los que han llegado al puesto por ser amigos de confianza de alguno en el gabinete o de los directores de instituciones. Los que fueron nombrados por el partido se lo pasan las ocho horas repitiendo: "Hemos venido para hacer un trabajo", trabajo que realmente ni ellos mismos saben cuán es.... Por otro lado los nombrados por los directores, se lo pasan haciendo gráficas y encuestas dentro de la servidumbre para ver qué cara ponen los del partido, cuando se trata de una idea del director o del ministro.
El tiempo sigue pasando sin admitir súplicas ni alabanzas, que es cuando los nombrados por el partido atribulados por la ausencia de resultados, se parten en dos: Los neogorilas y los seguidores de la línea. Los neogorilas le meten el pie al acelerador haciendo sesudas reuniones mata-tiempo para contrarrestar la acción de los advenedizos del director, detalle que según ellos, será discutido ampliamente y a su debido tiempo en el partido. Cosa que aprovechan los de la administración para acoger plácidamente cualquier idea siempre y cuando se sospeche que venga de la cúpula, inanición prolongada que trae como consecuencia que toda la administración se divida en dos: Los que leen periódicos las ocho horas seguidas y los que no.
Siendo así las cosas, aumentan voluptuosamente las filas de los que no trabajan para finalmente dividirse en dos: Un grupo vanilocuente que inventa una cooperativa de actividades como vender comida chatarra, para no morirse de pereza y otro que frena por completo sus actividades como si estuviesen de brazos caídos que a su vez, se dividen en dos: Los que enmudecen por completo y los que hablan mucho.
Ante esta torre de Babel de la inoperancia, la inmensa mayoría que no trabaja, se dividirá en dos: Los que se unirán con los sapos del director y los a los militantes del partido. Los nuevos batracios a su vez, se dividirán en dos: Los que terminarán repartiendo bonos y bolsas de comida y los que continuarán cepillándole al director riéndose hasta el dolor, por cada chiste malo que profane.