Primero, el cantante, ahora el pelotero, y sin lugar a dudas, muchos más se han incluido a la lista de personas, cuyo color de piel no es precisamente lo que más les agrade de su cuerpo.
La opinión de la multitud es muy clara "Que se acepten como son", pero, ¿Los aceptamos nosotros como son? Y es que aunque Viva, Crítica en Líneamos en un siglo, supuestamente libre de prejuicios, no podemos ocultar que aún abunda la discriminación. Y no solamente hacia el color de piel, si no hacia toda persona que no se vea o piense, como nosotros creamos que es "correcto."
Tal vez el cambio de piel sea uno de los métodos más drásticos y obvios, pero ¿Qué hay de los demás? Qué pasa con las mujeres que no aceptan la textura o color de sus cabellos, el tono pálido de sus labios o la celulitis en las piernas; Qué pasa con las miles de personas que usan frenos (brackets) sin necesidad médica; con los que pasan horas en el gimnasio para alcanzar un físico escultural, o con los que usan cientos de productos para la piel ¿Por qué no se aceptan ellos como son? Porque no aceptan que sus cabellos no son lis os, que sus dientes no son perfectos, que sus cuerpos no deben ser precisamente para portada de revista o que simplemente están envejeciendo.
Y es que es algo hipócrita decir que "Hay que aceptarse como uno es" o "Como Dios lo creó", porque lo que realmente importa es la aceptación de los demás; para evitar burlas por tu forma de vestir, actuar y hasta hablar, para evitar fuertes críticas o rechazo por tus preferencias de amar.
Qué tal si Dios es gordo, calvo, velludo, sólo con un par de dientes, una malformación en un brazo, pie de atleta, labio leporino y de un color de piel que no es precisamente el esperado... ¿Lo alabarían igual? ¿Sería aceptado? ¿Se arrodillaría alguien ante tal imagen?
Porque si de algo estoy seguro, es que la mayoría de las personas le rezan a un Dios blanco... y si Dios es blanco... ¿Por qué Sammy Sossa no?