Los planes de construir un nuevo mercado en La Chorrera ha provocado fricciones entre los comerciantes que hoy están alojados en el lugar. El principal temor del grupo es que disminuyan sus ventas producto de la lejanía que tendrán las nuevas instalaciones, aunado a la falta de transporte, el cual se requiere para trasladar los productos desde el centro de la ciudad hasta el área señalada para la nueva edificación.
Armando Pérez, el dirigente de los arrendatarios, pidió a las autoridades que se les consulte, porque nos quieren mandar para allá sin analizar el daño que nos causarán.
UNA DECISION TOMADA
Al parecer, los comerciantes desconocen que ya la decisión está tomada y que la empresa española Mercasa consideró factible la construcción del nuevo mercado por la accesibilidad del área y el espacio que brinda para la compra y venta de productos.
Walter Valenzuela, administrador del Mercado Público, indicó que es normal que este cambio traiga descontento entre algunos arrendatarios por la cantidad de años que mantienen en el lugar, pero aseguró que se establecerán solamente las ventas al por menor en la moderna instalación que se construirá.
"Lo que hay que garantizar es que no hayan ventas desleales, la venta al por mayor tendrá que ser ubicada en otro sitio", sentenció el funcionario.
Nuevas instalaciones de primer mundo son necesarias para darle al distrito una mejor imagen en materia de distribución de productos, por lo que negarse a tener un mercado con mejores condiciones es una posición poco entendible, considera Valenzuela.
EL PROBLEMA
El bajo presupuesto y los extensos trámites administrativos que atrasan la compra de materiales para las reparaciones del actual mercado son el principal problema que afronta el personal que lo administra.
María Álvarez, vendedora de legumbres, señaló que hay poca voluntad del municipio para resolver la situación y que no son culpables de que las estructuras estén deterioradas. La búsqueda de recursos del Gobierno Central para las mejoras al mercado deben ser promovidas por el alcalde, indicó la arrendataria.
Dijo que parte de sus instalaciones han sido mejoradas con esfuerzo propio, por la inseguridad que brinda el lugar.
No obstante, los vendedores, no sólo se sienten afectados por el deterioro de su sitio de trabajo, sino también por las ventas al por menor que sin control se realizan por las principales calles del distrito. Álvarez indicó que a estos vendedores no se les exige carné de salud ni permiso para laborar y que en muchos casos, mantienen la mercancía en el suelo, sin que nadie les llame la atención.
SOLUCIONES Y DIFERENCIAS
Aunque la construcción del nuevo mercado se encuentra en su etapa inicial, los arrendatarios advierten que defenderán su posición hasta las últimas consecuencias.
Tanto Armando Pérez como María Álvarez recuerdan la mala experiencia que vivieron en 1994, cuando fueron trasladados al Mercado de Abastos. En aquella ocasión perdieron todas sus inversiones, porque las ventas fueron pocas en comparación con las realizadas en el sitio donde hoy se encuentran, explicaron.
Álvarez consideró que en aquella ocasión fueron engañados, pues se les prometió que existiría una ruta para el transporte de las personas y nunca se cumplió. Advirtió que por la lejanía del lugar, las autoridades están promoviendo que supermercados como El Pueblo, Súper 99 y el Rey se beneficien, privándolos de los recursos que siempre han recibido.
El administrador Valenzuela indicó que para el traslado de la población hacia el lugar, se incluye en el plan, la instalación de una piquera que continuamente realice esta actividad.
Para Armando Pérez, la Alcaldía quiere reubicarlos lo más pronto posible para lograr una venta de los terrenos actuales, que según él, están valorados en 5 millones de balboas. "Este es un patrimonio de La Chorrera y lo vamos a defender", dijo el vendedor.
El deterioro del Mercado Público salta a la vista del pueblo chorrerano y de sus visitantes. La insalubridad y la falta de espacios para las ventas son maquilladas por la administración con pintura y pequeños arreglos que no logran mejorar las reales necesidades de la vieja estructura.