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¡Aleluya! en Boca la Caja no hay bodegas ni cantinas

Julio César Caicedo Mendieta
Cuando Juan Carlos Navarro clausuró la famosa “Calle 8” en El Chorrillo y Nelson Vergara paró varios restaurantes con vías de ser convertidos en escandalosos centros de perdición, me dije para mis adentros: ¡Se salvó Panamá! Mi confianza continuó creciendo cuando observé en la televisión, la valiente actitud asumida por la profesora Minerva Jiménez de Batista, con el cierre de la Discoteca Congo. Sin embargo, existe otra gran acción que considero mejor y más eficaz que las mencionadas, hace 4 años que en Boca La Caja no hay cantinas ni bodegas. En la década de 1940, poco después que la Virgen del Cobre se convirtiera en la patrona del poblado de Boca La Caja, se apareció un pescador colombiano llamado Juan De Dios Arboleda. Llegó en una balandra de velas blancas, preguntando dónde podía plantar un calabazo que según él, daría totumos de oro. Boca La Caja era una espesa montaña a orilla de los riscos del mar, poblada por provincianos crédulos venidos de todo el país y por capitalinos que no pudieron pagar los impuestos de valorización después que el presidente Porras planificó San Francisco. Después de tanto tiempo y a comienzos del 2000, el patio trasero de Boca La Caja comenzó a ser remozado y pintado, pues jamás pensaron que en donde plantaron el totumo de oro, sería la vista obligada de miles de personas que utilizan el famoso Corredor Sur. Las casas que colindan con la orilla de lo poco que les ha quedado de mar, curiosamente están siendo pintadas con los mismos colores de sus botes. Amarillo pollito, anaranjado, azul y verde caña. Este buen ejemplo que están dando los humildes pescadores que les ha dado pena que vean las paredes de sus casas sin pintar, debiesen tomarlo los dueños de casas en el resto del Distrito Capital, a quienes la Alcaldía tiene que presionarlos con multas para que pinten sus edificios. En Boca La Caja están los mejores pescadores artesanales del país, en ocasión de las técnicas enseñadas por Juan De Dios Arboleda. Personaje que, según cuentan, con sólo mirar al horizonte, sabía dónde había cada clase de peces, bibaldos o crustáceos. Existe un número considerable de pescadores que invierten más de una semana en el mar obteniendo el sustento de sus hogares. El sitio de pesca de ellos abarca toda la bahía de Panamá, con preferencia el sector que bordea las penínsulas que sobresalen camino a Darién. En Boca La Caja compiten actualmente las presas de pollo con las de pescado, para ver cuál de los dos manjares tiene más acogida. Incluso los sábados y domingos en las mañanas se observan humeantes fogones a orillas de las calles. El poblado de Boca La Caja forma parte importante del corregimiento de San Francisco. Boca La Caja es uno de los pocos poblados en este país oloroso a mandarinas favorecidos por esta acción de la señora Astrid Wolff (cero cantinas), por lo que los índices delincuenciales han bajado una enormidad. Claro que existen vendedores furtivos, ciertamente que da gusto ver cómo la juventud de Boca La Caja juega baloncesto, baila sus trompos, o improvisa cualquier actividad agobiante y no sacia su sed con cervezas o licores.
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