La investigación científica debe ser considerada como un proceso amplio que abarque las esferas biológica, psicológica y social del ser humano. Es decir, ajustada al antiguo, pero cada vez más actualizado modelo biopsicosocial que tanto remarcamos en toda actividad profesional.
Esta reflexión la traigo a colación, porque siento que cuando se habla de investigación científica, casi indistintamente se sobreentiende que estamos hablando de investigaciones en el campo biológico, ya sean estas circunscritas a medicamentos, microorganismos patógenos, genética, etc. Y lo que es peor, en ocasiones tiende a entenderse que cualquier estudio que no sea en el área biológica no es una investigación científica como tal. El criterio anterior se fortalece por el hecho de que las investigaciones biológicas son las que tienden a captar mayores fuentes de financiamiento para su ejecución. Este concepto debe empezar a cambiar desde las aulas universitarias.
El cambio al que me refiero se hace necesario por varios aspectos:
Ninguna investigación, por muy biológica que sea, está desligada de factores psicológicos y sociales. Así vemos que el surgimiento de algunos microorganismos patógenos está ligado indefectiblemente a la pobreza, hábitos alimenticios, cultura, etc.
Otro aspecto relacionado con esto lo constituye el hecho, de que cuando repasamos nuestras estadísticas vitales de salud, se observa que problemas como la violencia, los accidentes, el consumo de drogas, las enfermedades mentales y otras de mayoritario compromiso psicológico y social, ocupan posiciones cimeras en cuanto a morbilidad y mortalidad.
Por último, por más conocimientos que proporcionen los resultados de las investigaciones biológicas, los mismos van a servir de muy poco sino se atienden los factores psicológicos y sociales asociados a la alteración biológica que se estudia.
Todo lo que he expuesto hasta aquí, no está encaminado a combatir, ni mucho menos restarle importancia a las investigaciones biológicas, todo lo contrario, reconocemos su gran valor para nuestro país y el mundo. De hecho, las mismas han permitido en buen grado la supervivencia del ser humano sobre el planeta.