EDITORIAL
Colón fue la clave
Sin Colón y los colonenses, Panamá no hubiera logrado la separación de Colombia. Sin embargo, la historia, o más bien los historiadores, no han sido del todo justos, y han soslayado la participación de gente valiente y arriesgada que en la provincia atlántica se jugó el todo por el todo a favor de la causa separatista.
Los nombres que han brillado son otros, no menos importantes ha de decirse, pero que no fueron los únicos. No obstante, quienes escriben los fastos se encargaron de borrar disimuladamente la identidad y valor de aquellos colonenses que estuvieron al frente y sirvieron de puente entre el ejército estadounidense y los soldados colombianos (medio millar de ellos, pertenecientes al Batallón Tiradores) que venían a sofocar la revuelta que culminó con la separación.
Los colombianos, con armas suficientes para acabar con los panameños y hasta con los estadounidenses acantonados en Colón, estaban dispuestos a todo. Era preciso detenerlos en la provincia atlántica para evitar su avance. Primero lo hicieron con subterfugios -falta de vagones del tren para todos, y prolongadas gestiones para conseguirlos, con lo que se separó a la tropa de sus comandantes- y luego frontalmente, con fusiles en ristre y amenazas.
Para quienes estaban en la capital era un alivio que los generales Juan Tovar y Ramón Anaya llegaran sin sus hombres. Pero en Colón nada era color de rosas, porque en sus lares había quedado el cuerpo de ese monstruo sin cabeza y destructor que era el batallón colombiano, que cuando se supo del arresto de sus comandantes rodeó a los norteamericanos quienes, con sus mujeres y niños, se parapetaron en edificios pertenecientes a la empresa ferroviaria. El Tiradores amenazó con incendiar la ciudad y matar a todos si no se liberaba a los generales colombianos. La tensión era mayúscula, en cualquier momento estallaría la debacle.
En medio de todo este clima, los colonenses iban y venían, venciendo el miedo y conjurando. Si algo salía mal, serían los primeros en morir. Porfirio Meléndez, Carlos Clement, Horandacio Martínez, Juan Antonio Henríquez y Enrique Geenzier son algunos de los nombres que no se mencionan, y que fueron claves en esos momentos de tensión. Fueron ellos quienes lograron convencer a los colombianos para que salieran de territorio panameño (tras el pago de un soborno) y así evitaron un final desastroso.
Hoy pareciera que el olvido extiende su mano más allá de la historia, y se ensaña con el presente hiriendo todavía más a la gente de Colón. Durante todo un siglo han permanecido esperando. Y las respuestas no llegan.
Primero olvidaron a sus próceres... a lo largo de cien años lo han hecho con sus hijos. Y se vuelven a equivocar los políticos, pues podría ser que acá en Colón otra vez esté la clave para liberarnos de estas otras cadenas: la pobreza y el subdesarrollo.
PUNTO CRITICO |
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