Anoche soñé con un mundo hermoso, donde el amor, la paz y la alegría de Cristo reinaba por doquier. Al despertar de ese sueno y al ver un nuevo amanecer, me preguntaba: ¿qué nos hace falta para que este mundo ideal se haga realidad?. Tomando papel y lápiz empecé a escribir acerca de ese mundo hermoso que Jesús puso en mi corazón mientras dormía.
Hoy quiero comenzar un nuevo día, donde la esperanza será el sol que nace y penetra a lo más profundo de nuestro ser. Soplaré tu aliento sobre cada persona, para que todo aquel que no cree y no te conozca tenga vida y vida en abundancia.
Aquella noche, mientras le hablabas a mi corazón, te sentí llorando y te pregunté ¿por qué llorabas?, volteando tu rostro y mirándome entristecido me respondiste: siento una gran tristeza en mi corazón al ver tanta violencia, tantos crímenes, abortos, drogadicción en nuestra juventud. Siento compasión por cada uno de ellos. Al ver a todos estos jóvenes perdidos y apartados de mi amor, me doy cuenta de que una vez más voy a ser crucificado. Hace 2000 años me crucificaron aquellos que no me reconocieron como el Mesías, hoy día, todos me crucifican; unos por andar sembrando violencia, droga, odio y muerte en nuestras calles; otros me crucifican con su indiferencia y el poco importa ante el dolor y el sufrimiento de los demás.
Muchos me llaman Padre y rezan todos los días el Padre Nuestro y me dicen: "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo " pero, se les olvida que para que se haga mi voluntad en la tierra, necesito de personas que me respondan: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad." El Padre Nuestro, no es una oración repetitoria, es una oración que requiere de un compromiso y entrega por parte de la persona que la reza.
Que este mensaje de amor, te haga tomar conciencia de la triste realidad que estamos viviendo y que el Rey Jesús derrame bendiciones en abundancia sobre cada uno de ustedes. ¡Ánimo! Todo es posible.